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El interior era oscuro, y agradeció el poder entrar con sus poderes, porque sus ojos de lobo podían ver un poco más en la oscuridad. Imaginó que no todas las cavernas que tenían acceso a la grieta eran funcionales, y esperó, elevando una plegaria a la diosa Luna —si existía allá arriba— que hubiese tomado la decisión correcta. Debió elegir una de las entradas que fueran directamente hasta la grieta, pero imaginó que, si por fortuna no conectaba directo con el lugar, no hubiese sido protegida con el velo. Johana se había asegurado de que aquel hechizo cubriera por completo el interior de la montaña y los túneles que atravesaban esa parte del valle. Según lo que había escuchado de la Cofradía, incluso si se creaba de manera manual o explosiva alguna nueva abertura, esta ya tenía el velo puesto. Básicamente, era como si un domo —como el que cubría la ciudad de Flagela, que la aislaba de la tormenta eterna— estuviese puesto dentro de la grieta. Por eso Mordor todavía tenía que pasar tanto