197.

Ángel los tomó con un poco de brusquedad. Tenía que fingir que era el guardia de seguridad que los estaba sacando de la presencia del poderosísimo Mordor. Los estaba llevando a sus celdas. Pero, en el momento en el que cruzaron por la puerta, no pudo evitar volverse y darle un fuerte abrazo a Sirius.

El muchacho se dejó abrazar, aunque tenía las manos esposadas. El mayor pudo comprobar que quería devolverle el abrazo, pero luego lo apartó.

—No esperemos. Tenemos que salir de aquí ahora mismo.

Salomón no decía nada. Parecía atento, con sus ojos oscuros puestos en los pasillos por si alguien aparecía en ese momento. Comenzarían fácil: por el comedor, por donde habían pasado junto con el otro vampiro hacía un momento.

—Esta no es la dirección de la celda —le dijo Sirius, después de que Ángel le quitara la mordaza.

—Lo sé, pero es la salida.

—Si alguien nos ve, va a saber que nos estás guiando por el camino incorrecto. ¿Conoces la grieta?

—¿Tienes alguna otra idea? —le preguntó al menor,
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