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¿Cómo podría encontrar la forma para consolarla? ¿Cómo podría encontrar las palabras necesarias para decirle a mi madre que todo estaría bien, cuando ni siquiera yo misma era capaz de imaginar aquella posibilidad? Porque las cosas, a partir de ese momento, se pondrían incluso más difíciles. Ahora, sin la tormenta eterna, todo sería peor. El ejército de Mordor podría salir en cualquier momento, podría atacarnos.
Al menos las manadas ya habían llegado. Todos estábamos prácticamente listos para la guerra. No habría tiempo para llorar a nuestras muertas, al menos no en este momento. Entonces no me quedó más opción que abrazarla con fuerza, permitir que enterrara su cara en mi cuello y que llorara ahí, para mí, para las dos. Yo ya había llorado lo suficiente cuando bajaba de la montaña, porque aquel maldito vampiro me había arrebatado la posibilidad de poder tener un padre que me amara. Ahora estábamos solas.
Pero cuando sentí levemente la presencia de algo en mi cabeza, la sentí familiar.