178.

No quería asustar a mi madre, pero lo cierto es que sí quería la venganza, y al parecer todos pudieron ver en mis ojos aquella decisión, aquella determinación con la que lo había pronunciado. Incluso Artemisa, que me acarició el cabello despacio.

—Mi niña —me dijo—. Cuánto has sufrido... o cuántos has tenido que pasar. De verdad lamento haberte traído a un mundo tan caótico.

—Esto no es tu culpa —le dije con sinceridad mientras la abrazaba.

La mujer respiró profundo y pude ver la fortaleza interna que tenía. Era la luna de Flagela. Estiró la mano hacia Valentín, y el hombre se acercó a ella, sentándose al otro lado de la banca.

Me puse de pie y llegué con Ángel.

—De Ismael puedo sentirlo —dijo Ángel—. Puedo sentir tu conciencia, Alicia. Dime, ¿qué es lo que pasó?

Yo los tomé a ambos de las manos y los saqué del lugar. Al parecer, Artemisa estaba teniendo una conversación seria con Valentín. Él ahora era el Alfa de la manada; necesitaba guía y también consejo.

—Fue Johanna —les dije—.
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