15.
Mis pies temblaron con tanta fuerza que caí sobre el frío suelo marmoleado. Los brazos de Valentín me sostuvieron por los hombros.
— Levántate — me dijo — . ¿Puede ser que estés hablando?
— ¡Claro que estoy hablando! — le grité, mientras sus pasos me impedían caer al suelo completamente.
— Así es, Alicia. Los exploradores dijeron que no encontraron el cuerpo de tu amiga.
Yo negué varias veces.
— No, seguramente no buscaron en el lugar donde yo la había dejado. ¡Ahí tiene que estar!
Pero él me miró con firmeza.
— No. Al llegar, encontraron el agujero. Alguien había cavado y se había llevado su cuerpo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas nuevamente. Ya estaba cansada de sentirme de esa forma: impotente ante todo lo que pasara, ante la vida. Los ojos llenos de lágrimas como una débil. Así que respiré hondo y me contuve. Ya no iba a llorar más. No tenía por qué hacerlo. Me limpié las lágrimas con los puños.
— Entonces, ¿dónde está?
— No lo sabemos. No dejaron ningún tipo de rastro. Y