En tanto, en la biblioteca, Liliana tomó el sobre entre sus manos. Mientras Emma miraba con curiosidad lo que podía estar oculto en aquel pequeño envoltorio.
—Bien, creo que es hora de retirarme —informó el abogado, tomando el maletín en su mano y se dispuso a salir. Justo en ese momento, Elena regresó a la oficina. El abogado se topó de frente con ella y dio un par de pasos hacia atrás.
—Veo que ya te retiras, Estefano. —dijo con voz calmada.
—Sí, así es Elena. Tengo otros asuntos que resolver. —respondió con severidad.
Elena dirigió la mirada hacia su hija y su nuera. Con un movimiento de cabeza le indicó a la pelirrubia que debían salir.
—Ve y acompaña a Liliana a su habitación, querida. Tengo un asunto que conversar con Estefano.
Emma asintió y le cedió el paso a Liliana, quien mantuvo la carpeta con el documento pegado a su pecho, ocultando debajo de éste el sobre, resguardándolo como si se tratase del más preciado tesoro.
Al salir de la habitación, el guardaespaldas las custodió