La indicada

—Tengo una buena y una mala noticia —dijo con firmeza el abogado.

Liliana lo miró con curiosidad.

—Anoche arribó una embarcación japonesa con un supuesto cargamento de mariscos y langostas al puerto de Sicilia. Solo que entre las cajas venía una camuflada con una cantidad considerable de joyas y diamantes.

—¿Anoche? —preguntó la pelinegra, mientras Karem escuchaba en silencio, analizando la situación.

—Sí, anoche. La reunión de Nicollò tenía un propósito claro: distraer a los principales miembros de la organización. Sin embargo, uno de ellos se enteró y recibió la mercancía. Enrico Castello. —explicó— Aprovechando la muerte de Enzo y la supuesta acefalía de la organización, ese miserable se quedó con la carga que nos correspondía. Y, por supuesto, lo hizo con la ayuda de Mastrofilipo.

—¿Quiere decir que mientras Alessandro estaba en el salón de apuestas creyendo que estaba ganándole una fortuna y poniendo en riesgo su vida… él…?

—Exactamente. Enrico estaba recibiendo la mercancí
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