“Pendrive”
—¿Por qué tienes que venir a este lugar?
Trago como puedo y ojeo de soslayo al perro fiel que me acompaña a la puerta.
—Porque es mi lugar.
Se queda en silencio, sopesando mi respuesta. Una respuesta concreta.
La mano me tiembla al sacar de mi bolsillo las llaves. Es de noche, pasé todo el día yendo y viniendo, de un maldito sitio a otro, llorando como una niña débil y abandonada, ahora tengo que entrar al departamento del campus porque recibí la puta intimación de la comisión universitaria.
Gente sin tacto; gente de mierda.
Me dan un plazo de setenta y dos horas para sacar todas nuestras pertenencias. Todas. Las mías, las de ellas.
No importa duelo ni procesos. El mundo continúa y te lleva puesto si no te amoldas a su vertiginoso y despiadado ritmo.
—Puedo contratar a alguien que lo haga.
Me frena, interponiéndose entre mi cuerpo y la puerta abierta.
—Nadie extraño vendrá a hurgar en sus cosas. Primero le corto los dedos al que sea, antes que eso pase.
—Es por ti pendeja b