“Death to Judas”
—Puedo subir contigo...
Lo dice como sugerencia y ello no es más que una demanda disfrazada.
—No —abro la puerta del Camaro, que todavía sigue en marcha—. No quiero que estés conmigo.
—Lamento lo que pasó en el sótano —sé que lo siente, pero que lo sienta no borra la actitud espeluznante.
—Ya no importa... Aquello quedó vuelto cenizas.
Soy consciente de que así fue. La fogata tomó hectáreas de campo y bosque y cuando bomberos llegó sólo quedaron escombros, brasas y polvo.
Estuve horas sentada al pie de la colina apreciando la densa humareda, escuchando las sirenas y el bullicio estrepitoso que por primera vez colmó el predio que ocupaban los Lorenzi.
—Alexandra...
Cierro la portezuela y rodeo el vehículo, acercándome a su ventanilla.
—Yo te llamo.
Su mirar centella aprehensión pero eso... Eso tampoco me interesa.
—Nena...
Me toma la mano pero se la retiro de inmediato.
—Yo te llamo, Ciro. Descansa.
Me cierro con fuerza el abrigo y entro a mi edificio.
Baj