CAPITULO 1

Fontvieille, Mónaco.

Definición de Mónaco para Alex Donnovan

Querido diario, no quiero parecer pendeja porque sigo escribiendo en esto que me regaló Nicolas en mi cumple de quince.

Al principio me molesté, porque creí que me iba a comprar un ipad nuevo pero a fin de cuentas no estuvo tan mal el obsequio. Está muy útil ya que puedo escribir sin sentir culpa y remordimiento por haberme alejado tanto de Charlie y mis sobrinos.

Hace tres días llegué a esta ciudad, para la que he ahorrado justamente desde mis quince.

Lotte no ha parado de llamarme. Lo hace cada una hora, asegurándose de que estoy bien, que no les extraño demasiado, que no dude en regresar si estoy repensando mi elección.

No tengo dudas.

:) :) :)

Este lugar está de putísima madre!!!!

Valió cada dólar en mi chanchita y la ayuda que ellos me han dado.

Es el mejor sitio del mundo.

En muchos programas vi que hablaban de Dubai como el eje del glamour pero en realidad son todos unos burros que no saben nada de lo realmente bueno.

Enseguida que salí del aeropuerto me conseguí varias guías para ubicarme con la Universidad que, traducida a órganos me valió un pulmón, un riñón y medio hígado y, también en los apart hotel del campus que están alejados de la uni y se encuentran sobre la playa.

Escuché que se dan las mejores fiestas, que están los mejores casinos y las mejores discotecas.

Que hay autos de alta gama y que solamente las mejores marcas recorren las calles.

Que los edificios son pomposos, y las casas y hoteles ni hablar.

Que los actores conocidos vienen a vacacionar a Mónaco y extravagantes empresarios llegan para invertir en el ostentoso paraíso fiscal que este exuberante sitio esconde.

Conseguí un evento el fin de semana. Una promoción de vinos que va a costear mi primer semana y algunos materiales de clase.

Para el otro finde, me llamaron de un evento de perfumería y si puedo me agendaré en las agencias de modelos. Quiero llegar a las pasarelas cuanto antes.

¿Si sabes que mi morenaza se transformó en mis ojos, mi brazo y un cuerpo extra pegado al mío?

Lula es sencillamente grandiosa. Haber aceptado su solicitud en F******k fue de lo mejor que podía haber hecho en la vida.

Fuimos amigas virtuales por cuatro años y ahora parecemos unidas con moco.

Charlie es un tema aparte porque aún no puede aceptar el que su hermana pequeña voló lejos y a mí me cuesta soportar el silencio que dejó la risa de Noah o las macacadas de Madison pero...

Estúpido y querido diario... ¡Estaba harta de vivir a la sombra de mis hermanos!

Los amo y estoy feliz por ellos pero desde siempre me convencí de que sería Alexandra Donnovan Houston por mis propios méritos. No por ser la hermana, la cuñada, o la tía de alguien.

Tal vez suene egoísta pero no me arrepiento de haber volado a Mónaco porque la estoy pasando de lo mejor a pesar del desapego con mi familia.

Hice muchos amigos, y en el campus todos son unos malditos cabrones con los que me parto de risa.

Lula y Pía me llevan de acá para allá y ya me fiché a un tío de lo más sexy, que está en salón contiguo al mío.

Me administro bien y comparto piso con tres chicas más aparte de mis dos amigas.

En resumidas cuentas, diario... Sé que cumpliré mi sueño.

Me haré famosa, exitosa y sobre todo... Caminaré por las pasarelas más prestigiosas de toda Europa.

Hasta aquí mi reporte del día.

xo, xo, xo.

ACTUALMENTE

"Caminaré por las pasarelas más prestigiosas de toda Europa" —Lula se pasea por la sala haciendo ademanes y leyendo el diario al que solo le escribí diez carillas cuando apenas vine a Mónaco. Lo hace como si fuera un ensayo de teatro, poniéndole matices exagerados—. "Hasta aquí, mi reporte del día" —me mira y me tira un guiño—. Besos y abrazos. Besos y abrazos.

Se ríe, Pía se ríe, Lucien, Dan y Maxwell se parten de risa y yo sólo me remuevo en el sillón porque tengo mi celular aplastado por una de mis nalgas y se ha puesto a vibrar como loco.

—Eres una visionaria, colorada —Pía me entrega otra lata de cerveza y se va al estéreo con enormes amplificadores para subirle el volumen a Dua Lipa nivel explota tímpanos.

Lula acabó con su interpretación y la fiesta de celebración se reanuda.

—Pía, bájale un poco —los rizos morados y voluminosos de Lula se sacuden de acá para allá en lo que se sube a la mesa y como oradora en una conferencia se prepara para dar su presentación—. ¡Pía!

Con los ojos bien abiertos va al estéreo y le baja a la música—. ¡Dahhh! ¡Ahí está!

Pía se sienta en las posaderas del sofá y Lula se aclara la garganta.

—Quiero proponer un brindis por los puros dieces que nos sacamos en la tesis —alza su botella de vodka y le da un trago bien largo—. Y quiero brindar por nuestros últimos momentos de salud mental y livin la vida loca en clases de ciencias.

Levanto mi lata de cerveza y a salud del profesor Ben Harris me la empino hasta la mitad.

Extrañaremos al profesor, principalmente porque era buena onda y bastante flexible en sus exigencias académicas.

—Ojalá vuelva pronto —dice Dan, rozando su nariz en mi oreja.

Me hace cosquillas y tengo que alejar la cara de él para que no siga.

Odio las cosquillas y todos mis amigos lo saben.

—Ben es un payaso holgazán y por eso vamos a extrañar su presencia —ataca Pía—. Salud por Ben por dos.

—Que nos dejaba copiar en los semestrales —añade Lula con una sonrisa en la cara—. Salud por Ben por tres.

—Y por eso todos saldremos hechos unos burros de ciencias Políticas —vuelvo a alzar mi lata, sintiendo cómo mi teléfono empieza a vibrar otra vez—. Salud por Ben por millones.

—Yo creo que hay que seguir brindando —Max se levanta del suelo. Medio tambaleándose va a donde Lula y la baja de la mesa cargándola en el hombro.

La música vuelve a subir y mientras ojeo el celular muevo los pies al ritmo de mi poderosa Dua.

Tengo dos llamadas perdidas de Charlie.

Y una nueva entrante.

Y la mano de Dan en mi muslo... Que me desconcentra.

Sube el jean de mis shorts hasta que la tela marca mi carne.

Lula y Max arman una pipa con hierba y varios cigarros de marihuana, Pía y Lucien se ponen a licuar piña, hielo y vodka y Dan y yo nos quedamos sentados en el sofá.

—¡Ey! —le chito—, me está llamando mi hermana. 

La piel me arde con su mano entrando en la cara interna de mi muslo y su risa pega en mi oído como una ventisca.

En nuestro grupo lo de Dan y yo sube un escalafón más en la pirámide de la amistad.

Somos amigos con buenos derechos y desde hace un año venimos follando como animales sin mezclar los tantos.

—La puedes atender mientras yo sigo tocando esto que me encanta —me susurra, alterando mi respiración. 

Es que cuando bebo alcohol me pongo más deseosa que de costumbre y con mi amigo, mariscal del equipo universitario hay impulsos que no puedo contener.

Me muerdo el labio al reparar en su mentón. Tiene una cicatriz de lo más sexy, cruzando su barbilla y parte del contorno de la mandíbula.

—Mi hermana se merece toda mi concentración y atención —me levanto del sofá al mismo tiempo que una nalgada resuena en el jean de mi culo.

Los demás chiflan porque acabaron de ver exactamente el instante en que me azotan el trasero y yo le mando una cachetada directa al pómulo.

—Tienes esa mano bien pesada —medio se queja.

—Actúo impulsivamente así que ándate con cuidados. Porque donde vuelvas a toquetearme por sorpresa...

—Te van a volar de un sopapo todos los bellos y perfectos dientes que tienes, Daniel —interviene Lula con burla y orgullo.

Como siempre Lula Cellario metiendo su bocado sarcástico, humorístico y muy propio de ella.

Salgo al balcón que da al campo de fútbol playa, cierro la puerta de vidrio aislándome del ruido que hacen mis amigos y atiendo la llamada de Charlie.

—¡Pensé que te había sucedido algo! —es lo primero que exclama.

—Lotte... Si no te respondo es porque a veces estoy ocupada —replico, procurando calmarla.

—¿Estabas estudiando?

Me acodo en el barandal de hierro y dejo que el aire caluroso me dé en el rostro.

—Estaba festejando con mis amigos que aprobé la tesis de ciencias.

La escucho aplaudir y chillar al otro lado y eso me hace sentir notable.

Su apoyo es mi soporte y siempre será mi soporte.

—¡Esa es mi campeona! —le llama a Nicolas, le cuenta. Nick me grita de fondo que festeje con mesura y a la vez me pide que nunca olvide llevar condones en mi cartera.

Charlie lo reta, lo insulta, se ríe y vuelve a centrarse en mí.

—¿Los muchachos? ¿Dan?

Como dije, Charlotte es mi soporte y con ella no tengo secretos. No me guardo nada como al principio, que temía decirle lo bien que estaba aquí, lejos de todos, creyendo que eso la pondría terriblemente mal.

Mi sister sabe que fumo hierba cada tanto, que soy responsable en mis prácticas y que estudio cada noche.

Que estoy buscando una buena agencia con un buen booker que no me mande al fracaso y que me brinde el patrocinio que necesito para ascender y sobresalir.

También sabe que perdí mi virginidad a los diecisiete, que soy sexualmente activa desde entonces y que me acuesto a menudo con Daniel, uno de mis amigos.

—Están todos bien —declaro—. ¿Por allí? ¿Madi y Noah?

—Bien, muy bien...

La esterilla de vidrio se corre y aparece Pía, interrumpiendo lo que para mí es un ritual.

—Te estamos esperando Alex —mueve la cabeza hacia el interior y veo que el resto anda fumateando de la pipa.

El olor a marihuana llega hasta aquí.

—Pía... Estoy ocupada.

—No, no, ve tranquila —intercede mi hermana por teléfono—. Yo sólo quería saber que estás bien. Te llamo mañana.

Se me hace un nudo en la garganta cada que me corta. Me cuesta. Todavía me cuesta despedirme de quien me ha criado.

—Hasta mañana, Lotte.

—Te amamos chiquitina.

La línea queda muerta así que apago mi teléfono y lo guardo en el bolsillo de mis shorts.

Adentro, se están riendo como si alguno hubiera dicho un chiste estupendísimo pero es nada más y nada menos que el efecto de la nube de humo alrededor nuestro, haciendo que todos se partan a carcajadas limpias sin que nadie haya dicho nada.

De eso se trata.

Cerciorarnos de surtir el refri, fumar hasta llorar de risa y cuando el bajón post marihuana nos agarra arrasar con lo que sea comestible para luego quedarnos profundamente dormidos.

Con el depa de los muchachos disponible es más sencillo juntarnos. Son solamente ellos a diferencia de nosotras que convivimos con tres chicas más, las cuales no están de acuerdo con realizar ningún tipo de reunión.

—Entonces... Siento que tengo una duda existencial —Lula fuma una pitada de su porro de hierba y me lo da a mí, que llego a unirme a la ronda de los fumados.

—Te escuchamos —alienta Pía, dándole un sorbo al pico de la botella de vino.

Me siento en el piso y aspiro una calada, la retengo y la suelto despacio, disfrutando del relax casi automático de la marihuana.

—Si los humanos tenemos piernas y no patas —su ceño se arruga—, ¿por qué damos patadas y no piernadas?

—Buena pregunta —Max se apodera el cigarro—. Yo pienso que en el fondo todos somos unos inconscientes animales de m****a.

En el instante de filosofar estupideces nos quedamos en silencio pensando qué objetar a esa interesante respuesta y así nos vamos de hora. Nos la pasamos un buen rato entre vino, risa y hierba.

Me duele la panza de tanto reírme, tengo ganas de hacer pis y lavarme la cara.

Tambaleando, carcajeando y sintiendo mis pies inmersos en nubes de algodón me voy al baño.

Me encierro y me tomo mi tiempo.

Con la cabeza subida a un carrusel me lavo y suelto un soplido cuando me decido a salir.

Abro la puerta y...

—¡Dan! —musito entre risitas.

—Pensé que podrías necesitar algo de ayuda —se apoya en el marco y su brazo fornido rompe mis ojos al apretarse con la manga de su playera.

—¿A... Orinar? —arqueo una ceja y le palmeo el hombro—. Estoy bien.

Frunce la nariz y ese lunar cerca de su labio capta toda mi atención.

Daniel Handler es todo lo más apetecible que puede pedir una universitaria.

Ese pelo castaño peinado de lado, con algunos mechones cayéndole sobre la frente. Esa sonrisota torcida, sus ojos cafés o ese cuerpazo de mariscal de campo que...

—Yo creo que estás muy mal, dragoncita —me avanza, haciéndome relamer—. Creo que necesitas ayuda y como buen amigo que soy te voy a ayudar.

Entra al baño y retrocedo, permitiendo que cierre y asegure la puerta.

—Dan... Estamos drogados y...

Paso mis manos por su cuello, le toco la nuca, me pego a él.

Mis palabras van a decir no pero ya estoy mojada solo con su presencia, con el alcohol y la marihuana en mi sistema que sencillamente pienso en sí; muchas veces sí.

—Funcionamos malditamente bien cuando estamos así —su lengua hirviendo lame mis labios y los entreabro para él.

—¿Ah si? —susurro.

—Sí —me aprieta fuerte de la cintura y mi top se sube.

Mi abdomen se estremece con el contacto duro de sus cuadritos.

Jadeo y no puedo evitarlo.

Ardo.

—Repítelo, Dan.

Me da la vuelta y me empuja contra el lavabo, haciendo que abra las piernas y mis manos se sujeten firmemente del material frío.

—Cuando estamos drogados cogemos malditamente bien, Alex. Mejor que siempre.

Lo miro a través del espejo. Espejo que se empaña con mi aliento.

Mis mejillas están rojísimas, tengo una sonrisa atrevida en el rostro y mis ojos están enrojecidos.

Lo de Dan es idéntico pero demasiado apetecible para el apetito voraz que me cargo.

—Siénteme —se pega contra mí y esponjo el culo cuando su polla libre del bóxer y la bermuda puntea en mis shorts—. Me pongo mal contigo. Siempre me pongo mal.

Se inclina y toquetea mis pechos por encima del top azul que traigo puesto.

Me besa por el cuello mientras me amasa las tetas, baja por mi vientre y desabotona mis shorts.

—Sólo fóllame, Dan —gimoteo, al notar que mi ropa interior baja hasta mis tobillos y tres de sus dedos me morbosean el coño, haciéndome echar la cabeza hacia atrás.

Un lengüetazo por mi garganta me pone a mil y sus dedos masturbándome, sonsacándome un gemido tras otro dejan a mis pliegues chorreando humedad y puro deseo.

Para de tocarme y lo veo por el reflejo.

Me lo escudriño con deleite porque hasta cuando se pone el condón luce sexy.

Me dedica una sonrisa lujuriosa y me toma del pelo, enredándose en mis hebras de fuego.

Su otra mano se hunde en uno de mis muslos, clavando sus dedos como cuchillos en mi carne.

—Esto me fascina —dice, apretujando parte de mi tatuaje.

Del dragón que va desde mi hoyuelo de Venus, recorre mi glúteo en un serpenteo y acaba en la parte superior de mi pierna.

—Por hoy es todo tuyo —cierro los ojos cuando entra en mí de un embate.

Un jadeo fuerte sale de mi garganta al tener toda su polla en mi canal.

El látex del preservativo no es impedimento porque estoy tan lubricada que resbala con facilidad.

—Dame duro —le exijo, mordiéndome el labio.

—Con gusto.

Sus acometidas son violentas pero llenadoras. Me parten y eso me calienta mucho más que el sol de verano.

Me elevan a un estado de depravada necesidad por satisfacción sexual ya que nunca sale completamente de mí.

Su erección entra, para, sale apenas y vuelve a partirme al medio.

Me agarro con fuerza del lavabo y me arqueo, disfrutando del tirón en mi cabello.

Dan me sujeta por la cintura y aumenta el ritmo.

Me gusta oír ese gemido gutural suyo, cuando follamos, pero me fascina aún más el sonido de su pelvis impactando en mis pliegues.

—Un poco más —empiezo a tensarme y mi coño comienza a arder, antecediendo a mi orgasmo.

Dan muerde mi oreja y yo le entierro las uñas en el antebrazo que me rodea porque sus estrellones son una delicia.

—Sí —gruñe, penetrándome con vehemencia—. ¿Te vas a correr? Estoy a punto...

Atrapo mi labio entre mis dientes y gimo un imperceptible sí.

Todo mi coño se contrae apretando su miembro, ardiendo desde mi propio centro, explotando en oleadas sistemáticas de puro éxtasis, palpitando con su polla todavía embistiendo y profundizando el placer de mi orgasmo, poniendo a mi sexo a latir, expandiéndose y contrayéndose con espamos supremos que alcanzan el clímax.

Él se corre enseguida que yo, liberando sus fluidos en el látex del preservativo y jadeando mi nombre sobre mi hombro.

—Será por esto que eres mi amiga preferida —gimotea, recobrando el aliento.

Sale de mí y me doy la vuelta, para verlo sacarse el condón mientras me subo la tanga y mi short.

Le hace un nudo y lo tira al cesto de la basura.

Me prendo el botón y me acomodo el top cuando lo tengo abalanzándose sobre mí de nuevo.

—¿Lo seguimos en mi cuarto?

Suelto una carcajada y le palmeo suavemente la mejilla.

—Hoy no, mariscal —lo empujo para que se haga a un lado y destrabo la puerta del baño—. No sé Pía y Lula pero yo me voy a ir al depa, me voy a meter en la cama y me voy a dormir.

Se pone la ropa y me regala una mueca socarrona.

—Siempre puedes dormir en mi cama.

Abro la puerta del baño y las carcajadas desde el living llegan hasta aquí.

—En tu cama, dormir, es lo único que no me gusta hacer —cruzo el umbral retrocediendo—. En tu cama me follas. Sólo eso Dan, me follas —le sonrío—. Aparte, mañana llegará el nuevo profesor de Ciencias. Políticas es la primer asignatura que tenemos y quiero dar mi mejor impresión de estudiante aplicada que no se anda trasnochando con mariscales sexies.

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