La cena había terminado, y aunque las tensiones se habían calmado gracias a la intervención de Emili, en el corazón de Adrian la incomodidad seguía latente. Caminaban juntos hacia la salida, rodeados por la brisa nocturna que traía consigo el murmullo de las mesas cercanas.

Sin embargo, en el interior de Emili un remolino de pensamientos la mantenía despierta, luchando contra el peso de una decisión que había evitado demasiado tiempo.

Al salir del comedor, sus ojos se fijaron de inmediato en una mesa en particular.

Allí, entre platos a medio terminar y copas de vino, estaba Jackson. A su lado, como siempre, Roman y Bastian. Los tres conversaban en voz baja, aunque la mirada de Jackson se desviaba con frecuencia hacia donde se encontraba Adrian, como si no pudiera apartarse de ese recuerdo doloroso que llevaba clavado en el alma.

Emili se detuvo en seco. Su corazón dio un vuelco y comprendió que esa noche no podía seguir cargando con la duda. Inspiró profundamente, como quien se prepa