Una semana después, la entrada principal de Luna Creciente parecía un puerto.
Hileras de vehículos con emblemas grabados en las puertas —la luna creciente en plata vieja— aguardaban en fila, cargados con equipo, víveres y armas envueltas en cuero. Guerreros, curanderas y rastreadores iban y venían entregando los últimos paquetes, asegurando amarres y revisando mapas.
El aire olía a cuero, gasolina y pan recién horneado. La cocina había madrugado para preparar el desayuno de despedida: pan dulce, frutas, guisos y la bebida energética que los alfas bebían antes de cada viaje largo.
Los competidores eran siete, aunque solo seis participarían en las pruebas del Consejo:
Nikolai y Claus, los futuros alfas, líderes naturales.
Diana, la luna, viajando como apoyo táctico y espiritual.
Alex, hijo del gamma Mateo, metódico, reservado y con una puntería impecable.
Los trillizos de Samuel: Thane, Ivo y Rurik, inseparables, analíticos y algo caóticos; una mezcla explosiva de inteligencia y travesu