Cap. 57 Es una mujer fría y calculadora
La mente de Alba se convirtió en un torbellino de cálculos. ¿Es esto un ultimátum? ¿Una declaración de guerra? ¿O una oferta de alianza? Sopesó las opciones a una velocidad vertiginosa.
Declarar la guerra de inmediato contra Isabella Ottum era un suicidio estratégico. Pero confiar ciegamente sería una ingenuidad mortal. En ese momento, la opción más sensata, la única que mantenía el control en sus manos, era hablar. Escuchar. Aprender.
—Claro, Isabella —respondió Alba, con una calma que no sentía.
—Podemos hablar.
Pero lo que Alba no podía saber era que, para Isabella, la situación era mucho más simple y urgente. Mientras su hijo se consumía en su laberinto de culpa e incompetencia, ella había evaluado la situación con un solo vistazo.
El poder en esa mansión, la verdadera autoridad sobre la niña y sobre el flujo de información, no residía en Lucius. Residía en la mujer que tenía frente a ella. En Alba.
Isabella no estaba allí para declarar la guerra. Estaba allí para negociar un tr