Hace pocos días, el día de nuestro quinto aniversario descubrí que estaba embarazada. Quería darle la noticia a Álex, mi pareja y alfa de la Manada Luna Plateada, cuando por casualidad escuché algo que me destrozó: planeaba hacer el rito de marca... con otra mujer. Cinco años atrás, ese gran rito que me prometió no fue más que una farsa. La marca que llevo en la piel no es más que una mordida cualquiera. La verdadero rito de marca, la guardó para otra. Lo dejé todo por él. Contra la voluntad de mis padres, abandoné mi manada y lo seguí, convencida de que era el amor de mi vida. Pero en realidad solo caí en su trampa. Con el corazón hecho polvo me pregunté: si nunca fui su verdadera compañera, ¿qué sentido tenía seguir ahí? El lugar de Luna nunca me perteneció... y era hora de regresar al único sitio que siempre fue mi hogar. Lo que Álex nunca imaginó es que yo soy la única hija del alfa de la poderosa Manada Luna Negra. Por él renuncié a mi derecho de heredar el mando. Una semana más tarde, los lobos de la Luna Negra recibirían a su nueva heredera.
Ler maisÁlex forcejeaba en el suelo contra los guerreros que lo sujetaban.—¡No es así! —rugió desesperado—. ¡Soy su compañero, déjenme ir!Me miró, los ojos enrojecidos, llenos de dolor y fragilidad.—Camila, dime, ¿qué tengo que hacer? ¿Cómo puedo recuperarte?Lo miré con frialdad, manteniendo la voz firme:—Jamás te perdonaré. El día que esperaste a Valeria para marcarla en el rito, ese día todo terminó.Se le quedó la cara desolada. Los guerreros lo arrastraron fuera del salón, sin dejarle chance de responder.Bajo la mirada preocupada de mi padre, esbocé una leve sonrisa.Frente a todos los invitados, declaré con voz firme:—¡Desde hoy, la Manada Luna Negra rompe todo lazo con la Luna Plateada! ¡Nunca más habrá colaboración entre nosotros!El impacto fue inmediato. La Luna Plateada, siempre sometida a nuestro poder, perdió toda influencia.La noticia cayó como un balde de agua fría sobre la manada de Álex. Su padre, fuera de sí, lo golpeó sin piedad:—¡¿Cómo pudiste hacer algo así?! ¿Quie
El día de mi ceremonia de sucesión amaneció radiante. Las manadas más poderosas llegaron para ver cómo la Luna Negra recibía a su nueva Alfa.Al principio, Álex no pensaba ir. Pero recordó que allí fue donde nos conocimos... y, en el fondo, aún guardaba la esperanza de encontrarme, aunque fuera apenas un murmullo entre la gente.Con todo y el malestar, igual se obligó a presentarse.—Dicen que la nueva Alfa está que impresiona —le comentó su asistente mientras caminaban—. Y que todavía no tiene compañero. Más de un Alfa sueña con ganársela.—Incluso se rumora que tiene un hijo... ¿pero cómo, si nunca tuvo compañero?—¡Ya estuvo! —lo cortó Álex, fastidiado—. No quiero escuchar más chismes. Solo encuéntrame a Camila.El asistente apretó los labios y se guardó lo que ya sabía: que la nueva Alfa también se llamaba Camila. "Quizá era solo una coincidencia", pensaba. "La compañera de Álex no podía ser la nueva sucesora. No, imposible."Antes de verla, seguía convencido de ello.Mientras tan
La noticia corrió como reguero de pólvora: la Manada Luna Negra pronto tendría una nueva Alfa.—Dicen que será mujer, la única hija del alfa de Luna Negra.—Cuentan que va a ser un fiestón, que hasta los Alfas más fuertes van a aparecer.Álex no prestaba atención a lo que pasaba en otras manadas. Lo único que ocupaba su mente era saber de mí.Él no sabía nada de mi historia. Solo sabía que mi familia nunca quiso aceptarnos. Yo, aun así, lo dejé todo atrás y me fui con él a su manada. Lo único que tenía presente era aquella vez que le hablé llorando:—Álex, rompí con mi padre. Ahora, en este mundo, solo te tengo a ti.Y él lo creyó. Pensó que lo había dejado todo por él, que era lo único que me quedaba.Por eso no entendía cómo, al irme, desaparecí sin dejar nada: ni un mensaje, ni una pista.El vacío lo estaba matando. Todas las noches sufría unos dolores de cabeza que no lo dejaban pegar un ojo.Álex estaba cada día más fuera de control: se equivocaba en asuntos de la manada y a vece
El auto me llevó de regreso a la Manada Luna Negra. Todo me parecía tan familiar. Viví aquí dieciocho años, y todo seguía igual que cuando me fui.Papá me esperaba en la entrada de la mansión. El tiempo lo había marcado: con los años le habían salido canas en las sienes y el cansancio se marcaba en su cara, antes tan firme.Al verlo, se me hizo un nudo en la garganta y las lágrimas se me escaparon sin poder contenerlas.Él abrió los brazos con una sonrisa cálida.—Mi niña, bienvenida a casa.Corrí hacia él y me refugié en su abrazo. Entre sollozos alcancé a decir:—¡Perdóname, papá! Fui mala hija... te hice sufrir tanto.—¿Y ahora que volviste... te vas a ir de nuevo? —dijo en voz baja. No me preguntó nada de estos años. No había reproche ni rencor, solo esperanza, con la mirada fija en mí, esperando mi respuesta.Me sequé las lágrimas y respondí con firmeza:—No, papá. Esta vez me quedo. Y me quedo para siempre.Casi sin pensarlo, llevé las manos a mi vientre. Con voz suave añadí:—
Con un fuerte golpe, Álex derribó parte del escenario al lanzarse sobre su asistente. Sus ojos, completamente inyectados de sangre, ardían de furia mientras lo sujetaba por el cuello de la camisa:—¿¡Quién se llevó a Camila!? ¡Dime ahora mismo qué pasó!La presión del alfa hizo que todos los presentes se quedaran paralizados. Nadie se atrevía a mover ni un dedo.—No... no lo sé —balbuceó el asistente, con la voz quebrada por el miedo—. Solo vimos que salieron de la Manada Luna Plateada y desaparecieron.Álex lo soltó de un empujón y salió a zancadas del salón, con el rostro sombrío.—¡Álex, el ritual de marcado todavía no termina! —gritó Valeria con la voz rota, pálida de miedo, aguantando la presión de su furia.—¡El ritual se cancela! —espetó él, sin mirarla ni un segundo.Subió al auto y arrancó a toda velocidad, llamando a Camila una y otra vez. Pero mi celular ya estaba apagado. Un nudo de angustia lo devoraba, sintiendo que algo se le escapaba de las manos.Cuando finalmente l
El cielo comenzaba a iluminarse cuando un grupo de sirvientes llegó a la mansión para preparar la sorpresa.Cubrieron el camino de entrada con varios ramos de rosas nocturnas que brillaban suavemente bajo la luz del amanecer.En el centro, miles de piedras de luna formaban un anillo gigante, y dentro, relucían joyas, vestidos y bolsos de diseñador.Arriba, un pequeño reproductor giraba lentamente, dejando salir la profunda voz de Álex, que cantaba una balada de amor.Pero yo no prestaba atención a nada de eso.Mis ojos no se despegaban de la pantalla, donde las noticias transmitían en vivo la ceremonia de la Manada Colmillos.El escenario estaba lleno de ramos de rosas lunares, y una alfombra roja cruzaba todo el espacio, adornada con globos rosados, cada uno con un brillante en su cinta.En medio de tanto lujo, Álex, perfectamente vestido, avanzaba de la mano de Valeria, quien brillaba con su deslumbrante vestido de novia. Juntos, parecían la pareja perfecta, rodeados de lujo y roman
Último capítulo