El quinto año de mi matrimonio con el alfa Álex me enteré de que estaba embarazada. No cabía en mí de la alegría y lo único que quería era darle la noticia.
Sin que él lo supiera fui hasta la Manada Colmillos, donde decía estar por negocios. Jamás imaginé que lo que iba a escuchar allí me rompería el alma.
—¿Álex, en serio usaste este viaje para casarte con Valeria? ¿También vas a hacer con ella el rito de marco? ¡Pero si tu compañera es Camila! ¡Tú la marcaste hace años! —le soltó un amigo.
—No lo tienes claro —respondió el otro con calma—. Ese contrato con Camila solo vale dentro de la Manada Luna Plateada. Fuera de ahí nadie puede comprobar nada. Lo que ella lleva no es una marca de verdad, fue solo una mordida cualquiera. Álex siempre estuvo esperando a Valeria... para darle a ella el verdadero rito, el que sí se merece.
El silencio en la sala se podía cortar con un cuchillo.
—¿Entonces Valeria es la compañera de verdad de Álex? —preguntaron.
Me quedé helada. Sentí que la sangre se me helaba en las venas. Juraría que había escuchado mal.
Pero Álex, con voz firme, remató:
—A quien amo es a Camila. Para mí, ella siempre será mi compañera. —Guardó silencio un momento y luego soltó, con frialdad—: Lo de Valeria es otra cosa. Hace cinco años se jugó la vida para salvar a Camila, y eso no lo olvido. Me pidió un lugar como compañera alfa para que no la humillaran en su manada. Juró que no se iba a meter en lo mío con Camila. Solo quiere un título que la respalde. No es tanto pedir, ¿no?
Sentí un mazazo en la cabeza, me faltaba el aire. Recordé aquel día: un camión fuera de control venía directo hacia mí... y Valeria me empujó, llevándose el golpe.
Pasó tres días en coma, perdió exámenes, perdió tiempo... y nosotros, en agradecimiento, le pagamos los estudios y hasta le armamos viajes al norte.
Álex no se cansaba de repetir: "Ella te salvó, Camila. Y salvarte a ti es salvarme a mí. Haría lo que fuera por devolverle ese favor."
Yo pensaba que ahí terminaba todo. Jamás imaginé que ese lazo llegaría tan lejos.
En la habitación alguien preguntó con cautela:
—¿Y no temes que Camila descubra la verdad?
Álex bajó la mirada, jugueteando con el celular. Y con una calma helada respondió:
—Camila lo dejó todo por mí: su familia, sus amigos, su manada. Ya no tiene a dónde volver. Yo nunca dejaría de amarla. Y mientras ustedes se callen, ella jamás lo sabrá.
Me tembló el celular en el bolsillo; al ver la pantalla, sentí un golpe seco en el pecho.
"Camila, te extraño muchísimo. Este viaje me está matando de lo lejos que estoy de ti. Voy a hacer todo lo posible por volver para nuestro aniversario. Te amo."
Las lágrimas me nublaron la vista y resbalaron sobre la pantalla.
En la Manada Luna Plateada todos sabían cuánto me amaba Álex.
Si me perdía unas horas, era capaz de mover a toda la manada. Una vez lo hizo: me encontró temblando, con la cara desencajada, y me abrazó desesperado.
—Camila, no vuelvas a irte así sin avisar. ¿Sabes lo que siento cuando pienso que puedo perderte?
Desde entonces llevaba el celular siempre conmigo, solo para contestarle al instante y darle tranquilidad.
El celular volvió a vibrar. Esta vez era su llamada, pero no tuve fuerzas para contestar.
Álex se tensó al ver que no respondía. Con la voz temblorosa, marcaba una y otra vez:
—Esto no es normal... Camila jamás me ignoraría. Algo anda mal.
—Tranquilo, quizá está ocupada —intentó calmarlo un amigo.
Pero él los fulminó con la mirada, fuera de sí:
—¡Ustedes no entienden! ¡Camila jamás me ignoraría!
Yo lo miraba desde la sombra, sintiendo cómo se me rompía el corazón poco a poco.
¿Cómo podía creer que un hombre que parecía quererme tanto... me traicionara así?