La mañana amaneció con un cielo plomizo que amenazaba tormenta. Cassandra observó las nubes desde la ventana de su habitación mientras sostenía las tijeras en la mano. Las había comprado el día anterior, después de tomar una decisión que venía postergando durante años.
Frente al espejo, contempló su reflejo. Su cabello castaño caía en ondas hasta la mitad de su espalda, tal como lo había llevado desde que era adolescente. Tal como a Thomas le gustaba. Respiró hondo y levantó el primer mechón.
Snip.
El sonido de las tijeras cortando su cabello resonó en el silencio de la habitación. Un mechón tras otro, Cassandra fue desprendiéndose de aquella melena que durante tanto tiempo había sido parte de su identidad. Con cada corte, sentía que se liberaba de algo más que cabello.
Cuando terminó, su reflejo le devolvió la imagen de una mujer con un corte a la altura de los hombros, irregular pero auténtico. Se pasó la mano por la nuca, sintiendo la extraña ligereza. Una sonrisa tímida se dibujó