La ciudad ya no duerme.
Ni siquiera finge hacerlo. Hay un murmullo constante en el aire, como si los edificios susurraran entre ellos, como si las sombras se pasaran secretos de una esquina a otra. Moscú está dividida. Algunos quieren sangre. Otros… simplemente quieren sobrevivir al fuego que se avecina.
Y en el centro de ese huracán estamos nosotros.
Yo, Ariadne Makarov, la esposa conveniente, la intrusa que alteró el equilibrio con solo respirar. Y él… Viktor Volkov. El heredero que renunció al trono para ser un hombre, no una leyenda. Pero las leyendas no mueren fácilmente. Las leyendas sangran. Se retuercen. Y al final, vuelven para arrastrarte con ellas.
La noticia del juicio se filtró como veneno en el agua. Ya no se susurra, se grita. En la mesa de los poderosos, nuestro amor es una amenaza. Y yo... soy la enemiga del pacto. La mujer que llegó con una sonrisa y terminó con un imperio dividido en dos.
—¿Tienes idea de lo que dicen de ti? —preguntó Mikhail esa mañana mientras me