—Te demostraré que te equivocas —afirmó Michael señalándola con el dedo índice. Enfrentaremos al maldito ucraniano y verás que al final de todo esto solo nosotros será posible.

Tuvieron que partir para reunirse con Alessandro, ambos guardaban silencio, aunque Victoria estaba segura de su decisión no quiso aportar más argumentos.

Michael estaba furioso con Victoria por haber hurgado en su laptop, furioso con él mismo por no haber borrado el archivo de Guadalupe y él mismo haber echado piedras a su tejado.

Michael estacionó en el estacionamiento subterráneo de un edificio de apartamentos de lujo en Manhattan, al subir al ascensor marcó el penthouse.

Victoria entró primero. Michael detrás de ella, sin tocarla. Alessandro estaba de pie junto a la ventana, con el ceño fruncido. Guadalupe sentada, con los brazos cruzados, no saludó a ninguno.

—Gracias por venir —dijo Alessandro sin girarse.

—Qué más remedio —respondió Victoria, sin suavidad.

Michael se sentó en el borde d