Capítulo 153. Victoria por fin mía
—La Sirena no existe, Victoria es mía, tan mía como antes —declaró Michael contra sus labios.
Victoria no dijo nada, y cuando él reclamó sus labios ella se entregó y correspondió a sus besos que se fueron volviendo cada vez más apasionados.
Victoria sintió la pared detrás de ella y al cuerpo grandote y caliente de él contra ella. Levantó los brazos y él le sacó el vestido de un tirón dejándola solo con el panti, expuesta al frío, pero sus manos eran la mejor calefacción y sería mucho mejor si él tampoco llevaba nada. Así que procedió a arrancarle la ropa con la misma velocidad y deseo desmedido.
Michael besó su cuello, susurró palabras calientes en su oído y la cargó para ponerla en la cama como si fuera la reverencia de un altar. Besó cada parte de su cuerpo, la hizo reaccionar como lo hacía la vieja Victoria, esa a la que le encantaba ver su piel blanca contrastar con la piel brillante y caramelo de Michael.
Exponerse a sus manos grandes que sabían hacer maravillas en su