CAPÍTULO 77. Frente a Frente
La sala de la Marina Ferraro está llena de luces cálidas, elegantes y del murmullo de los invitados; cada uno con copas de vino en mano y conversaciones cuidadosamente medidas. Alejandro está sentado en la cabecera de la mesa, con algunos documentos en las manos y escuchando a los inversionistas hablar sobre cifras y proyectos. Todo parece rutinario, casi predecible.
Y, sin embargo, su mente está en otro lugar. Desde que vió a Valentina nuevamente, algo en él se remueve, como si le hubieran despertado un fuego dormido.
Durante la reunión, su imaginación vaga sin control. Cierra los ojos un instante, y en la oscuridad de su mente la tiene a su lado. Su mano descansa sobre su pierna, como solía hacerlo cuando viajaban juntos en auto, gesto que regresa con una fuerza casi dolorosa en su memoria. La sola imagen le despierta un deseo que lo hace sudar bajo la chaqueta, un fuego que no sabe cómo apagar. El mundo a su alrededor —la cena, los invitados, los planes de negocio— desaparece.
Pie