CAPÍTULO 97. El desenlace final.
Las sirenas se materializan en una oleada de luces estroboscópicas que inundan el vestíbulo. El azul y el rojo destellan sobre los rostros tensos de Alejandro, Camila y Valentina. El aire, antes denso con el olor a pólvora y miedo, es reemplazado por la fría autoridad de los oficiales de policía.
Dos agentes uniformados, con chalecos antibalas y rostros duros, se hacen cargo de la situación. Uno de ellos, un hombre corpulento de barba cerrada, inmoviliza completamente a Luciana, que está postrada en el suelo, emitiendo solo gemidos incomprensibles de derrota.
Otro oficial pregunta desde la entrada:
—¿Hay algún herido? —pregunta.
—Sí —responde Valentina de inmediato, mirando a Alejandro.
El oficial asiente con seriedad.
—Ya será atendido por los paramédicos —dice, y hace una seña a un lado.
Con una precisión mecánica, esposan a Luciana por las muñecas, dejando sus manos unidas al frente, una concesión a su aparente fragilidad que ella acepta con fría calma. El sonido del clic de las e