Romina Valente se ve obligada a aceptar ser la cuarta esposa de un musulmán multimillonario en Dubái pero ella no se quedará de brazos cruzados hasta que él sea solo de ella. Una historia llena de amor, celos y magia. ¿Podrá Romina deshacerse de las tres primeras esposas del árabe?
Leer másIntroducción.
Una dura vida en Latinoamérica te enseña a ser autosuficiente.Dejas de necesitar de alguien que vele por tus necesidades y comprendes que tu futuro se encuentra en tus manos.
La mujer latina se levanta entre las cenizas y comienza a caminar entre brasas hasta llegar a la tierra prometida.Cuando has sido juzgada incontables veces por tus seres queridos, te vuelves indiferente al afecto de una persona con doble intención.El amor pasa a segundo plano y solo tú importas.
Romina se graduó en administración de empresa, pero la vida y las circunstancias la llevaron a otra nación, sin poder ejercer su carrera profesional, por lo que se valía la vida luchando a diario, trabajando en altas horas de la noche.Los días en los que vivió un infierno mental, porque pensaba que ya no podía más con su vida… Cuando la sola idea de morirse era la única salida para encontrar paz.Necesitaba descansar y que mejor, pensó, que en el otro lado.
Se lanzó de un tercer piso y agonizando: la imagen de un hombre vino a su mente.Un rostro tan familiar, pero desconocido, que le dio por abrazarlo, y entre sus brazos, sintió que al fin podía yacer. Entonces, creyó, que la muerte había sido la mejor opción.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás aquí?Ella lo observó asombrada.—No he podido conmigo misma y me he tirado de un tercer piso —admitió sin remedio—. Ya no puedo más, ya ni lágrimas tengo para continuar desahogándome entre llantos. Salgo de mi trabajo y lo único que me queda es tirarme en una cama a llorar por largas horas. Si así es la vida, entonces prefiero la muerte.Él acarició sus mejillas y depositó un tierno beso en sus labios.—La mujer con la que me casé jamás se rendiría así de fácil —dijo el hombre con media sonrisa fortalecedora—. No he conocido a alguien más que posea las agallas que tú tienes. No te juzgaré por lo que has hecho, pero lo haré; si te rindes de esta manera. La vida es un misterio, uno que si no lo terminas naturalmente, nunca lo comprenderás.Él besó sus lágrimas.—Ya es tarde… —comprendió ella con un sollozo.—Nunca es tarde Neiht, y si no es en esta vida, será en la siguiente. —Sonrió con tristeza—. Ahora despierta.Romina sintió como su alma regresó a su cuerpo en ese momento.Desde ese día todo cambió para ella. Aquel encuentro con ese hombre le abrió los ojos de alguna manera.
Ella supo que debía seguir adelante hasta que el misterio de la vida, diera un giro y al fin se resolviera o se pusiera a su favor.
Mientras tanto, debía seguir por sí misma y cumplir sus metas a todo lugar.
No importa cuántas veces muramos juntos; si son cien veces, doscientas te buscaré y nos amaremos, desde el primero hasta el último suspiro.«Hasta que la muerte nos separe y en la vida nos volvamos a encontrar… una y cien veces más».
Meses más tarde la familia Abadallah celebraba por todo lo alto el nuevo compromiso de su hijo Haidar el cual se divorció de sus cuatros mujeres por una en especial. La cual hasta ese momento era un misterio para todos. Romina vestía un hermoso vestido azul turquesa y su cuerpo estaba lleno de joyas que combinaban con su vestido. Su cabello estaba suelto y ondulado hacía mucho Hasan le dijo que lo usara cuando le conviniera. —Hasan —su esposo dejó de hablar con Hafid su hermano y prestó atención a su esposa. —¿Los niños despertaron? —Romina negó y sonrió. Le encantaba que fuera tan atentó de sus hijos.—Aun siguen dormidos —Romina los miró a los dos dormir plácidamente en el coche al lado de la mesa—. Solo quería comentarte que nosotros no tuvimos una fiesta de compromiso... Mira esto es tan hermoso, el jardín, las luces, rosas... Hasan estiró su mano y tomó la de Romina.—Lo de nosotros fue apresurado. Además, nadie se imagina la que tuvimos siglos atrás en Egipto...Ella sonrió
Meses más tarde la familia Abadallah celebraba por todo lo alto el nuevo compromiso de su hijo Haidar, el cual se divorció de sus cuatro mujeres por una en especial, que hasta ese momento era un misterio para todos. Romina vestía un hermoso vestido azul turquesa y su cuerpo estaba lleno de joyas que combinaban con su vestido. Su cabello estaba suelto y ondulado, hacía mucho Hasan le dijo que lo usara cuando le conviniera. —Hasan. —Su esposo dejó de hablar con Hafid su hermano y prestó atención a su esposa. —¿Los niños despertaron? —Romina negó y sonrió. Le encantaba que fuera tan atento con sus hijos.—Aún siguen dormidos. —Romina los miró a los dos dormir plácidamente en el coche al lado de la mesa—. Solo quería comentarte que nosotros no tuvimos una fiesta de compromiso… Mira esto es tan hermoso, el jardín, las luces, rosas… Hasan estiró su mano y tomó la de Romina.—Lo de nosotros fue apresurado. Además, nadie se imagina la que tuvimos siglos atrás en Egipto…Ella sonrió y se s
Hasan llevaba un mes completo buscando por cielo, mar y tierra a Romina. Ya sus fuerzas estaban agotadas. No hallaba salida y su equipo de búsqueda parecía que cada vez quería darse por vencido. Solo que los millones de dólares que el musulmán les estaba ofreciendo los mantenía buscando.Muchas personas murieron en la mezquita ese día. Ahora mientras buscaban a Romina, la policía de Dubái investigaba a la familia Abadallah. Kalila estaba a salvo gracias a un hermano de Hasan que la sacó en cuanto la vio correr sin ningún rumbo.Hasan recibió una llamada mientras se dirigía en su auto al centro de la ciudad, en busca de información con unos de sus informantes que al parecer habían encontrado una pista.—Hasan Abadallah, ¿quién habla?—Hasan… soy Ulises…Era el mejor amigo de su esposa. A Hasan se le hizo un nudo en la garganta.—Ulises… ¿Dónde has estado? Han pasado muchas cosas… Romy…—Sé que la han secuestrado. —Se oía triste el chico.Hasan comenzó a llorar sin poder detenerse.—Tod
La mañana siguiente un día antes de la boda: el musulmán desapareció. Nadie de la familia supo de su paradero, ni la misma Kalila que era la que cuidaba de su esposa en ese momento. ¿Dónde estaba Hasan Abadallah? Nadie lo sabía…En casa de Romina las cosas estaban un poco extrañas. Ella se levantó muy temprano preguntando por su esposo Aarón.—Yo soy Neiht de Nubia, soberana de Egipto —le dijo a la rubia que trataba de convencerla de que su verdadero nombre era Romina Valente—. Y quiero a mi esposo ahora. El faraón.Kalila tenía ganas de arrancarse el poco cabello que le quedaba en la cabeza por lo estresada que estaba.—¿Sabes? Tienes razón, tu nombre es Neiht y tu marido es Aarón. —Hay un dicho que dice: si no puedes con ellos, úneteles—. Yo iré a descansar, estoy embaraza como tú, y las dos necesitamos estar relajadas.Neiht en ese momento sonrió mirando a su barriga.—Tienes razón. —Acarició su enorme panza—. Estoy esperando dos hermosos bebes, uno es niño y el otro una hermosa ni
Hasan llegó a la morgue con el corazón hecho pedazos. Le pidió perdón al cadáver fallecido de Basima y le prometió vengar su muerte. La policía de Qatar dio con Romina cuando ella llamó al número de emergencias. Contaron que la encontraron abrazada al cuerpo del cadáver. Su estado era deprimente, fue ingresada al hospital central de inmediato con signos de un futuro aborto. Según contaron también los doctores que esa mujer fue bastante fuerte al mantenerse cuerda en todo el trayecto.La familia real de Qatar lamentó lo sucedido y prometió a los Abadallah dar con los responsables de este suceso. En Arabia saudí la prensa estaba comentando posibles causas del por qué asesinaron a la esposa del joven millonario Abadallah.Romina fue ingresada a un establecimiento de recuperación para que sus hijos estuvieran a salvos, dado al estado depresivo en el que entró dos semanas después cuando la iban a dar de alta en el hospital.La relación entre el musulmán y la latina comenzó a verse afectada
Presente.Romina se acercó a Basima y le guiñó el ojo.—¿A quién miras con tanto interés? —Le sonrió para ponerla nerviosa—. Todos los hombres que han venido al baile están bien guapos.Basima bebió de su jugo y le dijo:—Yo en nadie… —mintió—. Sí, sí… supongo que están guapos.Un muchacho la observaba desde un grupo de hombres que charlaban agrupados en una mesa. Basima no hallaba la manera para evitar que la mirase tanto.—Quiere algo contigo… —siguió Romina, incitándola—. Si quieres puedo cantarte la zona.—¿Cantarme qué? No te comprendo…Romina giró sus ojos y dejó la copa que contenía jugo de uva sobre la mesa.—En mi país nos referimos a eso, cuando debemos cuidar de que personas, o alguien en especial se entere de cualquier acción que estés llevando a cabo. Cantar la zona es avisarte si un imprevisto surge.Basima rio con gusto.—No, para nada. Yo estoy casada…Romina enarcó una ceja.—¿No te gustaría la compañía de un hombre en este momento? Tal vez incluso enamorarte…Basima
Último capítulo