ZOE
La cabaña en medio del bosque parecía un exilio elegido. Las paredes de madera crujían con el viento, como si también ellas quisieran gritar. Afuera, los árboles se mecían bajo la luz tenue de la tarde, ajenos a la guerra que se libraba dentro de mí.
Dante había propuesto entrenar. Dijo que necesitaba ver si aún tenía reflejos, si los implantes me habían robado algo más que la memoria. Yo sabía que era mentira. Solo quería alejarme de todos y de la depresión. Provocarme. Ver si la Zoe que amó seguía escondida bajo esta nueva piel.
Llevaba puesto un pantalón deportivo y una camiseta ajustada que dejaba mis brazos al descubierto. Dante se deshizo de su camisa a los pocos minutos del entrenamiento, como si