20 minutos antes – Punto cero, Barrio Zafiro
DANTE
El barrio estaba cubierto de una nieve lenta, vieja, como si llevara días cayendo en secreto.
Ginebra dormía. Pero este lugar no. Este lugar olía a pólvora invisible. A muerte no anunciada.
Caminé solo. Sin Verona. Sin escolta. Solo mi sombra y el crujido de mis pasos sobre el hielo sucio. Nadie que valiera algo en esta ciudad vendría aquí por voluntad propia. Pero yo ya no era nadie.
El edificio parecía abandonado. Persianas rotas. Grafitis sin sentido. Pero la puerta estaba entreabierta, como una boca esperándome. Y adentro, el infierno con abrigo.
Cinco hombres me esperaban. Sus rostros decían lo que no necesitaban nombrar. Uno tenía acento ruso, otro italiano. Un tercero no tenía voz, ni nombre. Solo ojos de chacal No me senté. No saludé. Tampoco lo necesitaba.
—Quiero un intercambio —dije, dejando la carpeta sobre la mesa de metal oxidado.
El más viejo de ellos alzó una ceja.
—¿Qué ofreces?
Abrí el abrigo. No para mostrar a