Hotel Langridge, Ginebra – Noche
Mientras le entregaba a Derek una sonrisa vacía, mientras fingía brindar con él bajo la luz pálida que caía del techo de cristal, una parte de mí sabía que algo estaba mal. No por lo que decía. Sino por lo que callaba.
Diciembre vestía la ciudad con luces suaves y escaparates adornados de dorado. Desde la suite, podía ver los tejados cubiertos de escarcha, los reflejos de las guirnaldas sobre los canales congelados. La ciudad celebraba. Pero en este mundo —el nuestro— nadie dormía.
Nadie brindaba con sinceridad. Aquí no había paz. Solo tensión y traición.
Derek hablaba como quien ya ganó. Como quien no necesita asegurarse de nada. Y eso era lo que más miedo me daba. Algo más se movía. Y no venía de él.
15 horas antes – Mansión Salvatore
Dante
El fuego de la chimenea chisporroteaba sin convicción. Apenas un suspiro de calor en medio de la madrugada helada. Afuera, la nieve caía en silencio, cubriendo Ginebra como una mentira blanca. Tan hermosa… y