**LEONARDO**
Lo pienso y casi me río por dentro de lo absurdo que resulta todo esto. Estamos aquí, calculando la mentira más grande de todas, y sin embargo lo único que me parece real es lo que pasó entre Camila y yo. Esa verdad que no puedo borrar, que me quema cada vez que cierro los ojos.
Me acomodo en la silla y fijo la mirada en ellos. Henry y Carter discuten con la voz baja, qué ironía: si no llevaran uniforme, cualquiera pensaría que son una pareja de amantes peleando, con ese cruce de miradas cargadas y esa tensión que se desborda incluso en silencio.
—Tengo que hablar con ella —dice Henry de nuevo, golpeando la mesa con los nudillos, como si las palabras no fueran suficientes para descargar lo que siente—. No es justo que la mantenga al margen.
—No —responde Carter. Si lo haces, todo se derrumba. La naturalidad depende de que Camila no sepa lo que preparamos.
El gesto de Henry se endurece. Aprieta los dientes, y cuando abre la boca, lo hace con un veneno que cala en cada síla