**CAMILA**Henry conduce en silencio, con esa concentración imperturbable que lo define. Sus manos fuertes sujetan el volante con firmeza, como si el coche fuera parte de él. Cada tanto, sus ojos se desvían al retrovisor, atentos, vigilantes, como si esperara descubrir una sombra detrás de nosotros. Esa costumbre suya de permanecer en guardia nunca lo abandona, ni siquiera cuando ya no está en servicio.El silencio se vuelve pesado, tan denso que me oprime el pecho. No quiero que esta distancia invisible termine convirtiéndose en una muralla entre los dos. Así que me atrevo a romperlo.—¿Y cómo te fue en París? —pregunto, buscando su mirada, aunque él sigue enfocado en el camino.Henry suspira, y ese simple gesto me dice más de lo que imagino. Parece como si mi pregunta le abriera un archivo lleno de peso y cansancio.—Fue caótico, Camila. —Me mira apenas un instante, antes de volver los ojos al frente—. Después del rescate, todo se volvió un mar de reportes y firmas. Interminables in
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