Inicio / Romance / CONQUISTANDO A MI EXESPOSA SECRETA / C3- EL LOBO QUE FINALMENTE MUESTRA LOS DIENTES.
C3- EL LOBO QUE FINALMENTE MUESTRA LOS DIENTES.

C3- EL LOBO QUE FINALMENTE MUESTRA LOS DIENTES.

Al día siguiente, el auto negro se detuvo frente a la imponente mansión Maxwell. Kate miró por la ventana, con el corazón latiendo desbocado. Las manos le temblaban sobre el vestido blanco, que no era suyo. Porque todo lo que llevaba puesto había sido elegido para Katerina: el velo, el encaje, los tacones. Incluso el perfume.

La puerta del auto se abrió y Reginald bufó con impaciencia.

—Baja, no tenemos todo el día.

Obedeció. Apenas pudiendo caminar con los tacones y al pisar el mármol de la entrada, sintió un escalofrío que no venía del frío, sino del vacío.

No había flores. No había invitados. No había música.

Mirabelle frunció el ceño.

—¿Dónde está toda la gente? ¿Dónde están las cámaras? ¿Los medios?

Una sirvienta apareció en la puerta y bajó la mirada al hablar.

—El señor Maxwell los espera en el estudio principal.

Reginald apretó los labios, pero siguieron a la sirvienta y al llegar al estudio, las puertas dobles se abrieron.

Grayson estaba allí, solo, de pie frente al gran ventanal. Vestía un traje negro a medida, elegante, pero con un aire letal y sus ojos azules no mostraban emoción, solo frialdad.

Kate sintió que se le secaba la boca.

—¿Qué significa esto? —rugió Reginald al entrar—. ¿Dónde están los invitados? ¡Esto es una farsa!

Grayson sonrió lentamente.

—No habrá invitados, porque esta boda será secreta. No pienso exponerme. No después de que una de tus hijas se fugó con su amante como lo que es: zorra barata.

Mirabelle jadeó, ofendida.

—¡Cómo te atreves a hablar así de Katerina!

—¿Y miento? —replicó Grayson—. Agradece que aún no los mando a la quiebra ―camino hacia el escritorio ―Y no me hagan perder el tiempo. El juez ya está aquí, terminemos con esto.

Mirabelle, roja de ira, agarró a Kate del brazo y la empujó donde el juez civil los esperaba, con papeles en mano. Kate trastabilló, pero no dijo nada, tragando el nudo en su garganta y siguió caminando.

Cuando estuvo frente a Grayson, se quitó el velo con manos temblorosas y el cometió el error de mirarla.

Su rostro no cambió… pero algo en sus ojos titiló. Porque no lo esperaba. No esa mirada limpia. No esa boca tan callada. No esa piel suave sin una gota de maquillaje.

Ella era hermosa. Pero no como Katerina, era otra cosa. Y eso lo enfureció aún más.

Se inclinó hacia ella.

—No creas que me impresionas. ―murmuró ―Sé por qué estás aquí. Aceptaste limpiar el desastre de tu querida hermanita. ¿Y qué hiciste? Te arrastraste hasta mí, vendiéndote como una cualquiera, eres igual de despreciable que el resto de tu asquerosa familia.

Kate lo miró, dolida, con el corazón roto. Quiso decirle que no era así, que no lo hacía por codicia, que odiaba cada segundo de esto.

Pero no tenía voz.

Solo pensó en Ethan, en que él no tenía culpa… y  guardo silencio.

El juez carraspeó.

—¿Firmarán los documentos?

Grayson tomó la pluma sin mirar a nadie y estampó su firma con fuerza. Luego, se la ofreció a Kate.

Ella la sostuvo. Respiró hondo… y firmó. Lo que siguió, fue un silencio sepulcral, porque ya estaba hecho.

Era la formalmente la señora Maxwell.

Poco después, el juez salió con discreción, dejando tras de sí un silencio incómodo. Kate apenas podía sostener la mirada. A su lado, Grayson permanecía impasible, como si todo aquello no significara nada.

Entonces, él se giró hacia Reginald y Mirabelle, con una sonrisa que no llegaba a los ojos.

—Felicitaciones. Acaban de vender a su hija.

Reginald alzó el mentón, sin una pizca de vergüenza.

—No seas dramático. Esto es un acuerdo entre familias. Con el respaldo de tu empresa, nuestras finanzas pueden estabilizarse. Necesitamos esa inversión, y tú lo sabes.

Mirabelle intervino, con una risa ligera y cargada de falsa dulzura.

—Además… por fin podré tener esa casa en la Riviera francesa.

Grayson soltó una carcajada baja, divertida y despiadada.

—Claro que sí —musitó con sarcasmo, mientras sacaba su teléfono del bolsillo de su chaqueta—. Qué maravilla. Una casa en la Riviera y salvación financiera. Qué motivaciones tan nobles.

Sus dedos se movieron con rapidez sobre la pantalla y Luego habló sin despegar la mirada de ellos.

—Christian… activa el protocolo Umbra. Quiero todas las filiales de Reginald fuera del mercado en menos de veinticuatro horas. Congelen cuentas, bloqueen licencias. Quiero sus empresas en bancarrota antes de medianoche.

Reginald palideció.

—¡¿Qué estás haciendo?! —soltó, con la voz aguda, los ojos llenos de alarma.

Grayson guardó el teléfono con elegancia.

—Dándoles exactamente lo que se merecen. Nada.

Mirabelle dio un paso adelante, con el rostro desencajado.

—¡Grayson, espera! ¡No puedes hacer esto! ¡Acabas de casarte con nuestra hija!

—¿Y qué? Me aseguré de tener el apellido antes de aplastarlos.

Reginald se puso rojo de la furia.

—¡Malnacido! ¡Esto no quedará así!

Grayson lo enfrentó con una calma que resultaba más amenazante que un grito.

—¿De verdad crees que esto es venganza por lo de Katerina? Esto es por lo que robaste. Ese prototipo de defensa que presentaste como tuyo… no te pertenecía. Lo diseñó mi padre. Y tú lo traicionaste y construiste tu imperio con nuestras ideas.

La sangre desapareció del rostro de Reginald.

—No sabes de lo que estás hablando...

—Claro que sí. —Grayson dio un paso más—. Y hoy, estoy recuperando lo que me pertenece…

Hizo un gesto leve y dos guardaespaldas aparecieron al instante y se colocaron detrás de Reginald y Mirabelle.

—Sáquenlos de mi casa.

—¡No! ¡Kate, hija! —gritó Mirabelle, forcejeando—. ¡No dejes que nos haga esto!

Kate retrocedió, horrorizada.

—¡Papá! ¡Mamá!

Intentó correr hacia ellos, pero el, la agarró del brazo. Ella lo miró, con lágrimas en los ojos, sin entender nada.

—¿Qué haces? ¡Déjame ir!

—Tú no. —Grayson la miró fijamente—. Ellos ya no tienen nada que ver contigo.

—¡Son mi familia! —exclamó Kate, desesperada.

—No. Ahora tú eres mi esposa. Y me debes mi noche de bodas.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP