Capítulo 895
Más tarde, Simón pasó a buscarla y la condujo al despacho presidencial de Grupo Guzmán.

—Alejandro está ocupado, ponte cómoda —avisó; después de tantos años, no hacían falta ceremonias.

Luciana se dejó caer en el sofá sin ganas de moverse.

El teléfono vibró: era un mensaje de Alejandro.

—La ropa para esta noche está lista en la sala de descanso. También te dejé tus botanas favoritas; come algo.

Suspiró, guardó el móvil y se irguió con pereza rumbo a la sala privada. Apoyó la mano en el picaporte justo cuando la puerta principal se abrió.

Una asistente entró guiando a Luisa.

Al verla, Luisa se quedó boquiabierta.

—¿Lu… Luciana?

Ella respondió con una sonrisa tranquila.

—Luisa.

—Tú… —Luisa se humedeció los labios, entre sorprendida y divertida—. ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a ver al señor Guzmán?

Luciana no encontró razón para explicaciones largas, así que asintió:

—Sí.

Luisa frunció el ceño, advirtiéndola:

—Esa puerta lleva al salón de descanso. El señor Guzmán no permite que nadie entre ah
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