Al salir del hospital, Alejandro tuvo todavía más cuidado con Luciana.
Ese día, en un principio pensaba ir a la empresa, pero en ese momento ya no tenía ningunas ganas de hacerlo.
—Luci, ¿qué quieres hacer hoy? —preguntó—. Te acompaño a lo que sea, ¿sí?
—Claro —Luciana entendió muy bien lo que él quería decir y no lo rechazó.
Cruzaron juntos el vestíbulo de consultas externas y caminaron hacia la salida.
De pronto, Luciana se detuvo en seco, con la mirada fija en una dirección.
—¿Luci? —Alejandro pensó que quizá se sentía mal—. ¿Qué pasó?
—Oh… —Luciana le lanzó una mirada de reojo—. Vi a alguien conocido. Tú también la conoces.
—¿Ah, sí?
Alejandro siguió la dirección de su mirada. En la zona de registro automático, al final de la fila, había una mujer.
—¿Quién es? —entrecerró los ojos, como esforzándose por recordar.
—¿Mmm? —Luciana alzó la cabeza y lo examinó divertida—. ¿De verdad no la reconoces? Te sale bastante bien eso de hacerte el que no sabe, ¿eh?
—No es eso… De verdad no la r