En el hospital de maternidad
Mientras tanto, en la habitación de Luciana, una enfermera verificaba que ella se tomara la pastilla prescrita. Luego, se disponía a acomodarla para que descansara.
De pronto, la puerta se abrió bruscamente.
—¿Quién es…? —preguntó Luciana, levantando la mirada junto con la enfermera.
La respuesta llegó al ver ingresar a varios policías uniformados y de semblante serio.
—¿Ocurrió algo, oficial? —se atrevió a preguntar la enfermera, nerviosa.
—¿Luciana? —inquirió uno de los policías—. ¿Tú eres Luciana?
—Soy yo —contestó ella, recogiendo un mechón de cabello y poniéndose de pie—. Disculpe, agente, ¿qué se le ofrece?
El oficial la miró fijamente:
—Luciana, estás involucrada en una investigación por un caso de secuestro y otro de incendio premeditado. Te pedimos que nos acompañes para rendir declaración.
La mente de Luciana se quedó en blanco.
—¿Qué? Eso es imposible…
La enfermera, angustiada, intervino:
—¡Debe de haber un error! La señora Guzmán jamás haría alg