Luciana se puso tensa y no pudo aguantarse:
—¡Imbécil!
El tipo más indigesto del mundo es el que usa a otra como sustituta. ¿Qué es eso? No tiene el valor de ir por su “gran amor” y mejor arruina a una mujer que no le debe nada.
¿Y eso qué mérito tiene?
Ante la “verdadera” y ante la sustituta, es pura y llana incapacidad.
—¿Y qué piensas hacer?
—¿Qué otra cosa?
Martina curvó los labios con una risa helada. —Cortar es un hecho.
—¿No se niega?
—Hoy se niega, mañana se niega… ¿va a negarse para siempre?
Martina no creía que existiera alguien así. —Ahora no me puedo mover; cuando pueda, ¿crees que me voy a quedar quietecita? Soy persona, no mascota.
En eso, el estómago le rugió dos veces.
Luciana soltó una risita. —¿Con hambre? Si no vengo, ¿sí te quedabas sin comer?
—¡No! —Martina frunció la boca—. ¿Quién va a comer lo que sirve ese perro?
—Pfff…
Luciana rió y le acarició la cabeza vendada. —Va: no comemos lo que sirve el “perro”. Tu hada madrina te da de comer.
Por suerte, Marti tenía bu