Capítulo 1211
—Marti, ya te dije: si estás molesta, descárgate conmigo…

—¿Descargarme contigo?

Martina soltó una risa fría. —Claro: si me hago daño, te hago pedazos a ti. Señor Morán, ¿no te duele verme así? ¿No te parte el alma?

—¿Lo sabes?

Salvador se quedó sorprendido, sin saber qué decir.

—Yo pensaba que no entendías nada. Si sabes que me duele, ¿igual quieres terminar?

—¿De veras te duele por mí?

La mirada de Martina se volvió hielo. —¡Eres un cobarde, Salvador! Ni siquiera te atreves a admitir por quién te duele. Todo ese “amor” tuyo, frente a mí —la sustituta—, no vale nada.

El rostro de Salvador se fue quedando oscuro, con esa calma que anuncia tormenta.

Martina levantó la sábana e intentó incorporarse.

—¿Qué haces?

Salvador volvió en sí al instante.

—Me voy. De aquí. —Martina ya estaba sentada.

—¡Acuéstate!

Pero enseguida la sujetó de los hombros y la volvió a pegar al colchón.

De veras se había enfadado; tenía la cara de acero. —¿Te quieres morir? Así como estás, no llegas ni a la puerta s
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