Sí, lo conocía. ¿Dónde lo había visto? ¿Cuándo?
Cerró los ojos, rebuscó en la memoria y, al abrirlos, lo recordó: tres años atrás aquel hombre provocó un desencuentro entre él y Luciana.
¿Su nombre? Algo extranjero: E… ¿Enzo?
¡Exacto!
Aquel Enzo había querido que Luciana le hiciera un favor con el francés; ella hasta le presentó una traductora. Nada fuera de lo común, apenas una amistad superficial… ¿y aun así seguían en contacto tras tres años?
Extraño, muy extraño.
Enzo tenía pinta de extranjero adinerado, sin raíces en Muonio. Si aún frecuentaba a Luciana, debía de ser él quien ponía más de su parte.
Entonces… una sacudida estremeció a Alejandro.
Cuando Luciana se marchó hace tres años, recién parida, débil, con una identidad falsa y un bebé en brazos… ¿cómo lo logró sola?
Alguien la ayudó. ¿Podría ser Enzo? Todo encajaba.
Y si Alba llama «tío» a alguien, lo más probable es que se refiera a él.
Tres años de trato, quizá conviviendo en Frankbram…, y ahora Enzo reaparece en Muonio.
El