Sin embargo, era lo bastante lista para no intervenir de más, así que prefirió guardar silencio.
Y tal como ella imaginaba, Luciana clavó la mirada en Clara y continuó:
—Es que mi mamá… —dijo con una mueca burlona—. Tiene más de diez años de muerta. ¿Ahora resulta que revive de la tumba?
Enseguida, Rosa captó la intención:
—¡Ah! Entiendo… voy a ver si contacto a alguien ahora mismo.
—¡Por favor, no tardes! —repuso Luciana en el mismo tono socarrón.
Al ver aquello, a Clara se le torció la boca de la rabia.
—¡Luciana, qué descortés eres!
—Claro, ¿qué esperabas? —respondió Luciana con un gesto frío—. Mi madre murió demasiado pronto, y mi “padre” está ausente como si no existiera. ¿Quién me iba a enseñar modales? —Alzó el brazo y señaló la salida—. No me importa por qué viniste, pero ahora mismo vas a salir de mi oficina. Y si vuelves a llamarte “mi mamá”, te juro que te hincharé la boca de un bofetón.
Con los ojos entrecerrados y pronunciando cada palabra con firmeza, Luciana advirtió:
—T