Cuando al fin se animó, solo murmuró:
—Ya es tarde…
Alejandro la miró con una sonrisa insinuante.
—Tienes razón. Hora de un baño. ¿Tú primero, yo primero… o juntos?
—Y-yo… mejor voy yo primero —balbuceó Luciana, antes de apresurarse hacia el vestidor y, luego, al baño.
Mientras se preparaba, se dijo a sí misma que después del baño lo hablarían. Abrió la ducha y, al ponerse bajo el agua, escuchó la puerta de vidrio deslizarse. Al voltear, vio a Alejandro.
—Vamos a bañarnos juntos —dijo, entrando con su porte alto y seguro mientras cerraba la puerta tras él. Sin esperar respuesta, la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia sí. Luciana resbaló levemente, pero él la sostuvo firmemente.
Su rostro se tornó rojo en un instante.
—¿Lo hiciste a propósito?
Alejandro soltó una risa baja y se inclinó hacia ella, con un destello juguetón en los ojos.
—Claro, lo hice a propósito. —Sin más, bajó la cabeza y la besó suavemente.
—Mmm… —murmuró ella, acallada por sus labios.
—No tengas miedo —le susurró