Eso bastó; ella bajó la mirada y se quedó callada.
—Bien. —Le acarició el cabello corto—. Al coche. A casa.
El trayecto no fue tranquilo: el alcohol le revolvía el estómago y el ánimo.
Al llegar a la Villa Trébol, Alejandro la tomó en brazos.
—Señor Guzmán… —Patricia abrió la puerta y casi se atragantó al ver la escena.
—Está indispuesta. Prepara un té para la resaca y súbelo —indicó él, subiendo la escalera.
—E en seguida.
Patricia, perpleja, fue a la cocina. La niñera Elena asomó curiosa:
—¿Qué ocurre?
Patricia explicó a medias:
—El señor Guzmán subió cargando a la doctora Herrera… ¿Debemos intervenir?
—¿Intervenir en qué? —Elena sonrió; venía de la Casa Guzmán y conocía la historia—. Se casaron hace tres años. Alba es de ellos; son familia.
—¿En serio? —Patricia abrió los ojos—. Con razón contrató niñera…
—¡Se van a volver a casar, ya lo verás!
Patricia se quedó boquiabierta: ahora todo cuadraba.
***
Arriba, Luciana se agarraba la blusa:
—¡Pervertido! ¡No quiero que me toques!
Aleja