Luciana perdió a su madre a una edad temprana, y su padre se volvió a casar rápidamente con una mujer que trajo consigo a Mónica, su hija ilegítima. Desde entonces, su vida se convirtió en un tormento bajo la crueldad de su madrastra, quien no solo la maltrataba a ella, sino también a Pedro, su hermano menor, quien sufre de autismo. Desesperada por conseguir dinero para el tratamiento médico de su hermano, Luciana se ve obligada a seguir las órdenes de su madrastra y sustituir a Mónica para vender su cuerpo a un hombre repugnante. Sin embargo, en su nerviosismo, Luciana se equivoca de habitación y se encuentra con un hombre que había sido drogado. En la oscuridad, ese hombre siente una conexión especial con ella, que lo convence de que ha encontrado a su amor destinada. Pero al día siguiente, una serie de malentendidos lo lleva a confundir a Luciana con otra persona, y le promete matrimonio a la chica equivocada. Mientras tanto, Luciana descubre que ha quedado embarazada… ¿Qué destino le espera a Luciana junto a Alejandro, el hombre con quien estaba comprometida desde su niñez? ¿Podrá este encuentro accidental transformarse en un amor idílico, o el pasado y los malentendidos serán demasiado fuertes para superarlos?
Leer más¿Una cita a solas?Luciana parpadeó, ¿por qué?Al no obtener respuesta, Alejandro bajó la voz:—¿No quieres?Luciana dudó un instante:—No es eso… De acuerdo, mi cirugía no tiene hora fija; hablamos luego, ¿sí?—Ajá, perfecto.Colgó y se quedó mirando la pantalla del teléfono.Durante todos estos años había cambiado el fondo mil veces, pero la protagonista siempre era Luciana.—Excepto los últimos tres.En ese periodo, su fondo fue una imagen negra.Como su vida en esos tres años… un estanque sin ondas.Rozó con la yema la foto de Luciana y, sonriendo, murmuró:—Nos vemos esta noche.No importaba lo mal que estuviera todo; mientras la tuviera a ella, bastaba.***La cirugía de hoy terminó antes de lo previsto.Luciana miró la hora; Alejandro no saldría tan temprano y cenar ahora era ridículo. Podía pasar por Casa Domínguez.Ya allí, aplicó a Fernando una serie de agujas.Al retirarlas, se quedó a platicar un rato.—Fer, hoy tienes buen color; tu mamá dice que hasta el apetito te mejoró
¡Alejandro se estremeció; le daban ganas de sacar a patadas a ese desgraciado, peor que un animal!¿Pobrecita la cuñada que se acostó con su cuñado? ¡Vaya cinismo!Miguel miró a su nieto y negó apenas con la cabeza, pidiéndole que no perdiera el control. Alejandro apretó los dientes y, a regañadientes, dio un paso atrás.—Ay… —suspiró Miguel—. Ser frágil es una bendición: la gente frágil vive cien años. Leonor, en cambio, fue demasiado fuerte… por eso murió tan joven.El comentario, claramente sarcástico, dejó a Daniel rígido como piedra.—Papá, yo… jamás lo imaginé.¿Quién habría pensado que Marisela, tan “desvalida” en aquellos días, seguiría viva y coleando, mientras la firme Leonor fallecía tan pronto? Aunque se arrepintiera, ya era tarde.Al oír el nombre de su madre, Alejandro se dio vuelta; si volvía a mirar a Daniel, no respondía de sí mismo.Miguel señaló a Alejandro y, dirigiéndose a Daniel, dijo: —A su madre la elegí yo, y acabé dañándola más de una vez. Cuando la traicionas
¡Qué ironía: mientras ellos se revolcaban en su engaño, Leonor seguía criando al hijo que habían engendrado!—Mamá.—¡Mamá!Ante el desastre repentino, Domingo y Alejandro ignoraban lo ocurrido, pero los dos se quedaron pegados a su madre.Hasta que, tiempo después, Domingo tuvo que marcharse.Miguel aún le dio a Daniel una última oportunidad.—Tienes dos caminos: uno, mandar a Marisela fuera del país y no dejarla volver jamás; te quedas con Leonor y llevan una vida en paz.En realidad, Leonor no esperaba nada de esa opción. Para ella, un esposo así ya no valía la pena.—Dos, te largas con Marisela. Recuerda: en cuanto cruces la puerta de la familia Guzmán, dejas de ser mi hijo. No vuelvas jamás. Anunciaré al mundo que estás muerto y, además…Miguel entrecerró los ojos, miró de soslayo a Leonor y se decidió:—…el primogénito de los Guzmán quedará borrado.—¡Papá!Daniel se quedó helado; jamás imaginó que su padre fuera tan tajante.Miguel no lo miró; su postura era inamovible.Al final
En su época, Daniel y Leonor eran la pareja ideal, casi de cuento.Recién casados, su amor era intenso y evidente.Pero la felicidad duró poco.La hermana menor de Leonor, Marisela Jiménez, fue abandonada por su novio; deprimida, intentó quitarse la vida varias veces y su estado era crítico.Alarmada, Leonor la llevó a la casa Guzmán para tenerla cerca y cuidarla con esmero.Su entrega era fraterna y sincera.Nadie imaginó que Marisela pagaría aquel cariño con traición, sin una pizca de vergüenza.En su vacío afectivo, sedujo a su cuñado, Daniel Guzmán.Daniel, incapaz de resistir la tentación, terminó en la misma cama con ella.Leonor no sospechaba nada; dirigía los asuntos de la familia y cumplía compromisos sociales sin detenerse un minuto.Al ver que su hermana recuperaba la alegría, incluso se sintió reconfortada.Hasta que, un día, Marisela apareció con un test de embarazo y, llorando, suplicó:—Hermana, ¡déjame a tu esposo! ¡Estoy esperando un hijo suyo!Para Leonor fue como si
La mejor opción, sin duda, sería la cirugía.—De acuerdo.Alejandro asintió; en el fondo sabía que la enfermedad del abuelo se había agravado por los disgustos que le provocaba la familia de Daniel Guzmán.Luciana, sin saber lo que él pensaba, dijo: —Al abuelo le encanta Alba; deja que la niña lo acompañe más tiempo.—Luciana… —Alejandro le tomó la mano—. Gracias.No hay de qué; es lo que debo hacer.Estas palabras, Luciana las repitió solo en su corazón.No podía reunir a padre e hija; esto era lo único que estaba en sus manos.Alejandro estrechó su mano, inclinó la cabeza y apoyó la frente contra la de ella. Sabía que Luciana actuaba movida únicamente por su bondad, no por él.Pero, al final, ¿aceptaría quedarse a su lado también por esa bondad?***La primera noche que Miguel pasó hospitalizado, Alejandro no se movió del hospital.Al amanecer, salió directo a la oficina.Justo al cruzar la puerta de la habitación se topó con Daniel Guzmán, agazapado, asomándose sin atreverse a entra
En estos días el bochorno veraniego cedió un poco y, al amanecer y al caer la tarde, ya sopla una brisa refrescante.Ese tipo de clima es un alivio para los adultos mayores.Durante la ola de calor, Miguel se había sentido algo decaído: comía mal y dormía peor; ahora, apoyado en su mecedora, cabeceaba mientras se dejaba arrullar por el vaivén.Alba jugaba en silencio sobre la alfombra, justo a sus pies.Alejandro se acercó y alzó a la pequeña; Luciana Herrera tomó una manta ligera con la intención de cubrir al abuelo.Sin embargo, aquel movimiento, por suave que fue, despertó a Miguel.Parpadeó, aún desorientado, y miró a Luciana:—¿Lucy?…Luciana vaciló un instante.—Abuelo, soy yo, Luciana.—Ah.Miguel asintió despacio y fue recuperando la lucidez.—Cierto, eres Luciana. Lucy partió hace muchos años… Cuanto más viejo se vuelve uno, peor le funciona la memoria, salvo para lo ya vivido.Al mencionar a su madre, el recuerdo despertó en Luciana más nostalgia que dolor.Aun así, la duda l
Último capítulo