"Cuando perdemos nuestros principios, invitamos al caos" Las cosas que pasan después de romperse, accedimos a hacer cosas que solo aceptaríamos después de agrietarnos. Accedimos en un momento de completa vulnerabilidad e ira desmedida. Sin embargo, esa solo fue una simple y gastada excusa para justificar el caos que resurgimos tiempo después. El engañar y fingir estaba en nuestra sangre, decir la verdad no estaba en los planes que habíamos acordado antes de separarnos y, el aceptar las consecuencias de nuestros actos; aún menos. Las mentiras lideraron nuestras vidas por años, lo que no tuvimos en cuenta es que llegaría un momento en que debíamos decir la verdad y empezar a confesar. ¿Qué éramos? Éramos todo lo que negamos aquella noche en esa oscura habitación. Éramos aquellos secretos que nos confesamos antes de marcharme y olvidarlo todo.
Leer más"No huyas de mí dulce ángel, estar en mi infierno no es malo"
El dolor de mis pies descalzos aumenta tras cada paso que doy, dificultando aún más mi intento de huida. No puedo seguir más tiempo así, tratando de despistarlo. Escondiéndome en la oscuridad, así tal y como él lo ha hecho todo este tiempo.
Mi corazón bombea con fuerza y mis piernas tiemblan. Pero por mucho que lo desee no puedo dejar de correr, porque él viene por mí.
Porque se esconde entre las sombras, todo este tiempo lo ha hecho, ha jugado con nuestras mentes, con nuestros corazones y nosotros hemos sido demasiado estúpidos como para darnos cuenta. Las pistas fueron demasiado claras como para creerlas y eso jugó a su favor.
Y esta noche él les ha demostrado a los tres que ahora se rigen bajo las reglas de su juego.
Mi garganta se siente seca y mi corazón amenaza con abandonarme cuando empiezo a juntar las piezas de lo que ha ocurrido en todo este año.
Las calles se vuelven más oscuras y lúgubres a medida que sigo avanzando, nada comparadas a las calles del centro de la ciudad, donde estaba disfrutando de la celebración de mi cumpleaños.
El frío se cuela por las partes descubiertas de mi vestido entallado y adormece mis huesos, la lluvia paró hace mucho tiempo, pero el frío parece imperturbable.
Nada es ahora a como lo recordaba antes, antes de que todo esto empezara hace un par de años atrás, ahora todo es menos borroso. Ahora conozco las dos caras de la mentira.
Ahora realmente puedo decir que conozco a aquel monstruo y que he sido la única que lo ha podido sentir piel contra piel. Aquel hijo de puta que se envuelve en su propio manto de oscuridad por el día. Y pinta su coraza de tonos veraniegos para no ser reconocido y mantenerse oculto. Aquel que no se da cuenta que he logrado descifrar su plan.
La oscuridad de las calles me desespera y los faroles, fieles acompañantes de las esquinas por las noches, no cumplen con exactitud su trabajo asignado.
Ya no hay rastro alguno de la música que revoloteaba en el aire, el ambiente liviano y las luces rojas que decoraban el lugar donde estaba disfrutando antes de volver al encierro. Ya no hay rastro de ese fuerte olor a alcohol que alivianaba el ambiente y tampoco hay rastro alguno de mis tres acompañantes.
Estoy tan lejos de aquel bar donde había logrado escapar la noche de hoy.
El frío calcina mis huesos poco a poco y la incertidumbre de lo que ocurrirá conmigo en este preciso momento, lo hace aún más.
Huye.... corre....
No voy a morir un día después de mi cumpleaños, no cuando aún se me esconden secretos, no cuando yo aún escondo los míos.
No debo parar, no debo gritar, ni quejarme.
Mi cuerpo entero tiembla y no sé si lo hace por el pánico de encontrarme en una situación como esta o por el frío que no me da tregua alguna.
No es la primera vez que vives una situación similar, Eco. Recuérdalo.
Claro que no lo es, pero no es momento para anécdotas retorcidas, eso será revelado más adelante, esto es el presente, el pasado se contará luego.
Intento trotar, pero lo único que logro es dar algunos pesados y cortos pasos. El cansancio se ha apoderado de mí y puedo jurar que de la planta de mis pies ya ha empezado a brotar sangre.
Doy mis últimos pasos deseando no ser encontrada por la criatura que se ha empeñado en hacer de esta noche la última de todas para mí, pero al parecer la suerte no está de mi lado.
Un estremecimiento de pánico me recorre el cuerpo en el momento en el que siento unas fuertes y anchas manos aferrarse de mis hombros, apretándolos con fuerza para impedir mi huida. Trato de apartar su toque de mí, pero en cambio solo consigo que me empuje hacía adelante y termine perdiendo el equilibrio de mi cuerpo, cayendo en picada sobre la rocosa, fría y húmeda calle.
La mayor parte del impacto lo recibe mi rostro logrando que mi mentón empiece a arder inmediatamente. El dolor estalla en mi rostro, empieza a picar y enmudecerme. Sé que sangre va a empezar a salir por el golpe, pero no puedo quedarme en la calle.
Intento ponerme en pie con la decisión ardiendo en mis venas, pero lo que se encuentra detrás de mí coloca uno de sus pies en mi espalda adolorida evitando así que logre zafarme de él.
A él ya no le importa el estado en el que me encuentre, está decidido a llevarme de la forma que sea.
En un movimiento brusco logro apartar su pie de mi espalda quedando boca arriba con mi vista posada en la figura de él. Él se encuentra a escasos pasos de mi cuerpo que sigue tendido en el suelo.
El azul de su mirada no es fácil de olvidar. Es el mismo con el que he pasado soñando estos últimos ocho meses.
Te conozco. Quiero susurrar, pero todo pasa demasiado rápido que no puedo articular palabra alguna.
Él da pasos hacia mi dirección hasta quedar frente a mí, cara a cara. Quiero reaccionar y salir de mi entumecimiento, pero su voz me hace temblar y quedarme estancada en mi lugar.
—No huyas de mi dulce ángel, estar en mi infierno no es malo— esas palabras salen de su boca en un susurro amenazador. La arrogancia y superioridad se perciben en sus palabras, dejándome un sabor amargo en el paladar.
¿Por qué me había llamado ángel? ¿Qué significaba eso?
Sin permitirme dar una respuesta o al menos defenderme, agarra mis hombros con la misma fuerza de hace minutos atrás haciendo que me levante del suelo a la fuerza, para luego empujarme y estrellarme contra una pared detrás de ambos.
Puedo sentir como la vida se escapa de entre mis dedos, el dolor es punzante e incrementa a medida que pasan los minutos y la preocupación ya se ha arraigado de mis ramificaciones. Detrás de mi cabeza puedo sentir un líquido caliente salir en forma de gotas, debo hacer algo.
—¿Qui... ¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres de mí?— pregunto en un susurro entrecortado por el terror que ha tomado lugar en mis adentros y que al momento de tratar de defenderme salió a flote.
—Mi pequeño Ángel, de ti quiero todo—Y con eso un dolor punzante me empieza a bombardear el pecho, lo último que logro escuchar es un susurro proveniente de la boca de mi agresor.
Luego un pitido que inunda todo y dos destellos que hicieron que perdiera la movilidad de mi cuerpo y danzara en el limbo de la inconsciencia, dejando así a un lado todo lo que pasaba.
Las últimas palabras que logro escuchar son unas que me producen terror y algo de satisfacción por la familiaridad en ellas, pero luego de eso todo se vuelve borroso e incoloro.
—Siempre volverás a mi, Eco. Te lo prometo.
Y yo supe a la perfección qué era lo que quería decirme con aquellas palabras, supe quién era desde el primer instante en que lo observé entre las personas en el bar, pero lo callé.
No dije ninguna palabra al día siguiente cuando me levanté en la camilla del centro y las miradas preocupadas de los chicos estuvieron puestas en mí. No dije nada porque los muertos deben quedarse como están. ¿No?
Es tarde. Voy tarde, mi estómago gruñe y reclama por un poco de comida. Los corredores están casi desiertos y eso solo me recalca lo que más temo, saber que llego casi veinte minutos tarde al círculo de ayuda. No me gusta admitirlo, pero sé perfectamente el por qué llego tarde. Recordemos lo sucedido la noche anterior. Theo. Theo y su propuesta. Yo aceptando por mi curiosidad y también… Mi seguridad. Theo, agradecido. Theo…. abrazándome. El abrazo. Lo que significa ese abrazo. Lo que conlleva un abrazo. Abrazo, que sentí tan vivo y real después de meses. Abrazo que removió algo en mí que pensé que estaba asentado, pero me equivoqué. Y ahí es donde está mal, ahí por qué mis lágrimas salieron anoche y los dolorosos recuerdos y miedos irracionales se hicieron ver. El tan solo recordar la forma tan viva de expresar su felicidad mediante su abrazo, me hacer querer regresar a Clovelly, retar a
¿Pero qué...? Volteo hacia el asiento a mi derecha topándome de lleno con una chica morena de cabello castaño que observa con intriga la mesa donde está sentado Theo. Antes de poder si quiera abrir la boca para preguntar algo, casi me caigo de la mesa por su pregunta. —¿Cuál de los tres crees que pueda aceptar hacer un trío? Llevo una mano a mi boca para aguantar la mala palabra que estuvo a punto de salir. Dios, estamos en la cafetería donde todos nos escuchan y lo peor es que los tenemos justo en frente y ella habla como si no le importara que la escucharan. —No lo sé, puede que el castaño— doy un brinco al escuchar una voz masculina a mis espaldas e inmediatamente me volteo hacia el otro asiento. —Tiene la fachada de ser el más mente abierta de los tres. La morena chasquea la lengua— Yo creo que el rubio. Pero si hablamos de dos hombres y una mujer yo también opino que el castaño. Al girarme me topo con un chico de cabello rubio osc
Casi corro con Theo agarrada de su mano para poder seguir su trote, ya que un paso suyo es como tres de los míos. El rubio es bastante alto, obviamente mucho más que yo. Me veo como un pequeño duende a su lado. Doblamos en un pasillo diferente, uno que no me habían enseñado en el recorrido y soy plenamente consciente de lo que él decía la verdad, eran lugares prohibidos para los pacientes. Lugares en los cuales no se nos es permitido pasar y puedo arriesgarme a decir, que ni conocer. Un miedo me recorre la columna vertebral al escuchar a mi mente pronunciar esa palabra con tanto afán y admiración. "Prohibido". Tantas cosas se
—Bien, déjame ayudarte con esto— Theo se inclina y como si fuera peso pluma lo que lleva en sus manos, empieza a rodar las dos grandes y pesadas maletas hasta donde se encuentran situadas las grandes escaleras. Antes de que yo intente tan si quiera abrir la boca, la señora la cual supuestamente su nombre es Irina, habla. —¡Theo, ten paciencia! —reprende al rubio como si de un niño pequeño se tratara, y este rápidamente se detiene y se da media vuelta con un gesto de confusión enmarcando su lindo rostro. —No ves que la señorita ni siquiera se ha despedido y tú ya quieres llevarla a rastras. Muerdo mi labio para evitar que una carcajada salga de mi boca al presenciar el enrojecimiento de las mejillas de Theo ante el reproche de Irina. El chico musculoso y fornido rápidamente suelta la
Está bien vivir una vida que otros no entienden. DesconocidoMis botas negras estilo militar resuenan en el pavimento tras cada paso que doy, pero no con la intensidad que me hubiera complacido, estas están siendo amortiguadas por el ensordecedor bullicio de los autos; sirenas, voces y demás sonidos intolerantes que abunda en la calle.Las personas distraídas o preocupadas por no llegar tarde supongo a su trabajo, pasan a mi lado chocando conmigo. Odio con toda mi alma la ciudad.Con mis nervios de punta y la paciencia desgastándose me dispongo a llegar en el menor tiempo posible a mi destino, ya que entre más rápido llegue y termine lo que tengo que hacer ahí, más rápido tendría que dejar de hacerme el ciego y el sordo ante los peatones y demás seres vivientes que ni se inmutan por mi presencia.Observo sus rostros, sus e
Era tan valiente y tranquila que olvidó que estaba sufriendo. Con mis últimas fuerzas fuerzo el cierre de la gran maleta color gris que reposa en mi cama, luego de varios intentos fallidos logro cerrarla por completo y dar por terminado lo último que tengo que hacer la mañana de hoy. Hoy dieciocho de junio, mi última mañana en Clovelly. Bajo la gran maleta que contiene varias de mis pendras de vestir en su interior y la hago rodar hasta colocarla al lado derecho de la puerta para que así no se me dificulte tanto a la hora de emprender el viaje a la ciudad y tener que bajarla. He hecho dos maletas en total y un bolso de mano de gran tamaño. En una llevo toda mi ropa, en otra zapatos y cosas de uso personal
Último capítulo