71: bienvenido a mi nueva vida.
[Valentino]
Había pasado un mes desde su desaparición. La esperanza de encontrarla aún estaba allí, pero era tan frágil como una llama temblando en medio de una habitación oscura. Me había sumido en una penumbra que no me dejaba avanzar. La había perdido para siempre, y la culpa me devoraba desde dentro. Me arrepentía de cada palabra, de cada gesto, de haberla empujado al borde. Fui yo quien la arrancó de su mundo para lanzarla en este infierno donde, si no eres lo suficientemente fuerte, te devoran sin compasión.
El teléfono sonó en el escritorio. Lo contesté al instante, con los dedos temblando. Era Santos.
—Hemos encontrado el cuerpo. Le hicieron exámenes y, al parecer, es ella —me informó con voz neutra.
Tragué en seco. Las palabras se me incrustaron en la garganta como vidrio roto. Le pedí la dirección y él me la envió de inmediato. Me levanté de golpe, dejando todo tirado. Afuera, en la oficina, todo parecía seguir igual: papeles, teclados, voces apagadas. Pero yo me sentía