22: En la boca del lobo.
La noche finalmente llegó. Frente al espejo, me puse el vestido que había elegido: una prenda sencilla pero elegante, que caía suavemente hasta mis rodillas y abrazaba mis curvas con discreción. Quise verme sobria, sin llamar demasiado la atención, pero lo suficientemente presentable para no desentonar en una reunión como esa. Apliqué un maquillaje ligero que resaltaba mis ojos y dejé mi cabello suelto, cayendo en ondas suaves sobre mis hombros.
Mientras repasaba mis labios con un toque de brillo, escuché su voz detrás de mí.
—Te ves hermosa.
Me giré despacio. Allí estaba Valentino, imponente, con un esmoquin negro que realzaba su figura. Llevaba una camisa del mismo tono y la corbata perfectamente ajustada, como si cada detalle hubiese sido medido al milímetro. Se veía perfecto, casi etéreo, como un ángel caído del cielo. Pero yo sabía muy bien que de ángel no tenía nada.
—Tú también —murmuré con una ligera sonrisa.
Me acerqué sin pensarlo demasiado y apoyé mis manos sobre su pe