El salón de coworking olía a incienso suave y café recién colado. Amara acomodaba los materiales sobre una mesa de madera clara mientras Julia hojeaba las carpetas con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo. Era el primer encuentro formal para trazar las bases del nuevo proyecto: un espacio de desarrollo emocional, liderazgo consciente y transformación personal, dirigido a mujeres profesionales en crisis o en reinvención.
—Quiero presentarte a alguien clave —dijo Amara, mirando hacia la entrada—. Ella va a complementar nuestro enfoque desde la psicología profunda.
Julia alzó la mirada y ahí estaba Maya Calderón.
Cabello corto, sonrisa cálida, mirada firme y la energía de alguien que ha cruzado sus propios fuegos internos y ha vuelto con sabiduría en la piel.
—Hola, Julia. Te he escuchado mucho —dijo Maya, extendiendo la mano.
El apretón fue largo, casi eléctrico. Ambas sonrieron con un leve desconcierto.
No se conocían, pero algo en la vibración era como si sí.
En minutos, ya estaban