Ver a Maximiliano y a esa insípida de Clara tan... acaramelados... me provocaba arcadas. Las estúpidas sonrisas que se daban, esas miraditas de corderos degollados, la burbuja asquerosa de felicidad que los envolvía... era una afrenta directa a mi y lo que siempre debió ser.
Él fue mío primero.
Mucho antes de que Ricardo apareciera en escena, antes de que mi ingenuidad me llevara a creer que si iniciaba una relación con su primo le generaría celos que lo harían querer formalizar nuestra relación. Dios mío que relación tan llena de pasión. Maximiliano y yo... teníamos una conexión que trascendía el ser simples amantes.
Éramos fuego.
Una llama viva que crecía en cada uno de nuestros encuentros, le hacía de todo, eso le encantaba y a mí me encantaba él, tenerlo dentro de mi y explotar juntos.
Clara era solo una chispa minúscula e insignificante que él confundía con un incendio. Necesitaba restregarle en la cara a Maximiliano, a mi Maxi, lo que realmente importaba, la química innegab