Un Compromiso Sin Etiquetas
La lluvia golpeaba contra los ventanales del apartamento. Maggie estaba sentada en el sofá, envuelta en su manta favorita, con una taza de té humeante entre las manos. Había regresado de su oficina, dejando a Lorenzo tiempo para pensar. No dijo dónde había ido, no preguntó por qué él se había ido tan abruptamente. Solo volvió, porque parte de ella quería entender si había algo más.
Si la confesión impulsiva había arruinado la relación.
Cuando la puerta se abrió, su cuerpo se tensó, pero no se giró.
Sabía que era él.
Lorenzo entró en silencio. Cerró la puerta con cuidado, como si no quisiera romper la frágil paz que aún colgaba entre ellos. La vio allí, con el cabello suelto, los pies descalzos y ese gesto sereno, pero firme que tanto lo desarmaba. No parecía enojada. No parecía herida. Solo lo observaba en cuanto él se acercó.
- Te traje tu café favorito. – le dijo extendiéndolo hacia ella, pero vio el tazón con té y dudó.
- Pensé que no ibas a volver. - mu