El silencio en el claro era tan denso que se podía cortar con un cuchillo. Elena aún sentía el ardor en sus huesos después de su primera transformación, pero la presencia de Nix la llenaba de fuerza, de un orgullo que jamás había experimentado. Frente a ella, Darian permanecía quieto, con los ojos brillando de un rojo profundo, como si algo en su interior despertara en sintonía con su loba. Por un instante, el mundo se detuvo, hasta que un rugido desgarrador inundó cada rincón de la manada.
Laykan.
El lobo de Darian no se contuvo más. Su cuerpo tembló con un crujido gutural, las venas de su cuello sobresalieron como si estuviera conteniendo siglos de represión y, en cuestión de segundos, su piel se desgarró bajo la expansión de huesos y músculos. Su forma humana quedó atrás, y emergió el lobo negro más grande e imponente que Elena hubiera visto jamás. Su pelaje brillaba como obsidiana a la luz de las antorchas, y sus ojos rojos, profundos y abrasadores, parecían dos brasas vivas en me