Elise
Época actual
Revisé el horno de nuevo, asegurándome de que el postre de chocolate que tanto le gustaba a Andrei comer con Alistair estuviera listo. Ellos jugaban felizmente en la sala, riendo. A pesar del encierro, mi mente se mantenía algo cuerda y desaprobaba tal cosa. ¿Por qué jugar a la familia feliz con nosotros? ¿Por qué me invadía un alivio tan grande cuando los veía así? Esta no era una familia real, sino un juego perverso.
—Papi, quiero mi chocolate —dijo Alistair, refunfuñando.
—Ten paciencia, hijo —le respondió—. Mamá ya casi termina, ¿no es así?
—Ya está —murmuré, buscando los guantes para sacar el postre.
Andrei alzó la vista, dándose cuenta de lo que pretendía. Se levantó de inmediato, no sin antes pedirle a Alistair que lo esperara. Nuestro hijo asintió y le sonrió. Él era la única persona en el mundo que no le temía, que confiaba ciegamente en él. En cierto modo, le envidiaba eso; él no había tenido que ver jamás la crueldad de su padre, su enfermedad