Julieta
Recordaba el estruendo y el caos que siguió después. Mi espalda chocó contra el piso y rodamos mientras Damián me sujetaba. Recuerdo sus ojos angustiados, su expresión de terror después de lo que había pasado. ¿El suelo se había caído… así como así? También él me había hablado, me había susurrado al oído. Me había pedido que luchara, que me quedara. Pero cuando me desperté, estaba en la habitación de un hospital. Los conocía muy bien, era mi trabajo después de todo.
—¿Ágata? —pregunté cuando vi a la hermosa mujer de ojos azules al pie de mi cama. Movía sus brazos sobre mi como si fuera la directora de una orquesta.
—Bienvenida de vuelta —dijo ella, sonriente. Miré a mi alrededor; la habitación era inmensa, había globos y tarjetas con mi nombre diciendo que me recuperara. También noté que me dolía un poco la cara y que tenía mi brazo inmovilizado, en un cabestrillo; debía ser una fractura.
—Todos estuvieron muy preocupados, pero saliste muy bien. El alfa pidió que no trajeran f