La Compañera Prohibida del Alfa: Rompiendo la Maldición de l

La Compañera Prohibida del Alfa: Rompiendo la Maldición de lES

Hombre lobo
Última actualización: 2025-10-15
Ivy Hart  Recién actualizado
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Resumen
Índice

Eden creía que sus padres habían muerto en un accidente. Vivía dormida bajo la ilusión de una vida pequeña y ordinaria… hasta que un rescate en los bosques de la luna rompió el velo por completo. Se parece a la bruja que una vez traicionó al Alfa Iwaeka y envenenó su confianza, así que él asume que es la misma. Pero Eden no es la bruja renacida. Es algo mucho más antiguo: sangre lunar, una heredera perdida de un poder capaz de romper una maldición de siglos. Los cazadores y las brujas quieren control. La manada quiere respuestas. Él quiere venganza. Ella quiere la verdad. Y cuando la luna llama, deben hacerse elecciones: destino o desafío; confianza o supervivencia.

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Capítulo 1

El dolor de cabeza

El dolor de cabeza siempre comenzaba de la misma manera: un pequeño dolor detrás del ojo izquierdo de Eden. Luego se extendía por su cabeza como tinta derramada.

Presionó los dedos contra su nariz y trató de escuchar la conferencia del Profesor Harwick sobre diseños textiles antiguos. Pero las palabras se le escapaban como agua sobre vidrio.

Respira, Eden. Solo respira.

Lily se acercó, su cola de caballo rubia moviéndose. "¿Estás bien?" susurró.

Eden asintió. Las luces del aula parecían latir con su corazón. "Solo cansada."

Eso no era una mentira completa. Estaba cansada: cansada de los dolores de cabeza, cansada de los sueños extraños donde corría por bosques que no conocía, cansada de despertarse con la ventana abierta aunque estaba segura de haberla cerrado con llave.

"¿Eden Vale?"

Levantó la vista rápidamente. El Profesor Harwick estaba en la pizarra, tiza en mano, una ceja levantada.

"Perdón, ¿qué?"

Algunos estudiantes rieron en voz baja. Lily le dio una sonrisa pequeña y apenada.

"Pregunté si podrías explicar el significado de la luna en los patrones de tejido medievales."

La palabra luna resonó en la cabeza de Eden. Por un momento, olió pinos y tierra húmeda, tan real que miró alrededor para ver si había una ventana abierta. Pero el aula estaba cerrada.

"La luna significa... ciclos," dijo Eden lentamente. "Cambio. Transformación. Cosas que cambian pero siguen siendo ellas mismas."

El rostro del profesor se suavizó un poco. "Adecuado. Ven a verme después de clase."

Eden se hundió más en su silla. Lily le pasó una nota:

*¡Festival Estudiantil esta noche! ¿Vienes, verdad? ¡Sin excusas!*

Eden casi lo había olvidado. La universidad organizaba un gran festival cada mes con música, comida y luces cerca del borde del Bosque Wyrshade.

Usualmente lo evitaba. Demasiada gente. Demasiado ruido.

Pero Lily había sido paciente con ella. Tal vez Eden podría ir, solo esta vez.

Escribió de vuelta: *Está bien. Solo por una hora.*

La sonrisa de Lily podría haber iluminado todo el aula.

**En Casa**

Eden caminó a casa por la parte antigua de la ciudad. Los caminos eran desiguales, las lámparas antiguas y doradas. El apartamento de su tía estaba sobre una librería de segunda mano que siempre olía a papel y vainilla.

"¿Eden? ¿Eres tú, cariño?"

La Tía Sera estaba en el umbral de la cocina. Pequeña, gentil, de ojos cálidos.

"¿Cómo estuvo la clase?" preguntó, hirviendo agua para té.

"Bien. El Profesor Harwick piensa que soy un genio o que estoy medio dormida."

"Trabajas demasiado."

Le dio a Eden una taza de té de manzanilla. El aroma cálido llenó el aire. Eden sonrió, aunque el olor le torció un poco el estómago.

"Voy al Festival Estudiantil esta noche," dijo Eden.

La Tía Sera se congeló por medio segundo. "¿El que está cerca de Wyrshade?"

"No está cerca del bosque, Tía Sera. Es seguro."

"Aun así," dijo en voz baja, "esos bosques no son seguros. Conoces las historias."

Eden las conocía. Todos en Dallé las conocían. Historias antiguas sobre lobos, personas desaparecidas y cosas que aullaban bajo la luna.

"Tendré cuidado," prometió Eden.

La Tía Sera suspiró. "Está bien. Solo toma tu medicina antes de irte."

En el mostrador estaba la caja de pastillas de Eden: una pequeña tableta blanca para cada día. Las había estado tomando desde los trece años, para sus "dolores de cabeza hormonales."

La miró. "¿Todavía necesito estas?"

El rostro de la Tía Sera se tensó. "Por favor, Eden. Solo tómala. Te mantiene segura."

Eden no entendía, pero confiaba en su tía.

Así que tomó la pastilla y bebió su té.

"Listo," dijo suavemente. "Segura."

La Tía Sera sonrió, aliviada.

**El Festival**

Esa noche, el Festival Estudiantil estaba vivo con luz. Faroles de papel colgaban sobre las calles. Sonaba música, la gente reía, los puestos de comida llenaban el aire con olores dulces y picantes.

Lily agarró la mano de Eden y la arrastró por la multitud.

"¿Ves? ¡Es increíble!"

Eden rió. "Es ruidoso."

Pero ahora estaba sonriendo. Por primera vez en semanas, se sentía ligera.

Encontraron un rincón tranquilo con manzanas acarameladas. Lily habló sobre sus exámenes y su enamoramiento, pero Eden no estaba escuchando. Sintió de nuevo esa sensación extraña y pesada de que alguien la estaba observando.

Se volteó.

En el extremo lejano de la plaza había un hombre alto, medio en las sombras. No podía ver su rostro, pero sus ojos... los sintió. Observando. Esperando.

"¿Eden?" Lily agitó una mano. "¿Estás bien?"

Eden parpadeó. El hombre había desaparecido.

"Caminemos," dijo. "Necesito aire."

"Ya estamos afuera," bromeó Lily, pero la siguió de todos modos.

Caminaron por una calle tranquila, alejándose de la música. El ruido se desvaneció. Los árboles aparecieron adelante: altos, oscuros, vivos.

Bosque Wyrshade.

Eden se detuvo. La luna era enorme sobre los árboles. El bosque parecía respirar.

"Regresemos," dijo Lily suavemente.

Pero Eden no podía moverse. Un sonido se alzó desde el bosque: un aullido largo y bajo que le dolió el corazón.

"¿Escuchaste eso?"

"¿Escuchar qué? Eden, me estás asustando."

El aullido vino otra vez, más cerca ahora. Y el olor: pino, lluvia, y algo salvaje.

Eden dio un paso adelante.

"¡Eden, no!"

Pero su pie cruzó la línea entre la calle y el bosque. En el momento que tocó un árbol, el mundo explotó con sonido. Podía escuchar todo: cada pájaro, cada hoja, cada latido del corazón.

Y entonces se dio cuenta: no había tomado su pastilla.

La había olvidado.

Una rama se quebró detrás de ella.

Se volteó.

Un lobo estaba ahí: enorme, negro, ojos dorados brillando en la oscuridad.

No era un perro. No se suponía que existiera.

Gruñó, dientes brillando.

Y Eden, quien nunca creyó en monstruos o hombres lobo,

corrió.

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