EMILIA
La seguimos.
Era la hora de la salida cuando Renata salió del edificio. Mis amigos y yo nos fuimos de inmediato, siguiéndola en el auto del novio de Leo, pues ese auto no lo identificaba. Aunque no pude deshacerme de los hombres de Brandon, que me seguían a todos lados desde la sombra.
Leo, Tony y yo esperábamos en el auto, estacionados estratégicamente frente al hotel donde Renata había dicho que se encontraría con su “cita de negocios”.
— ¿Seguro que no prefieres que entremos? —Preguntó Tony, desde el asiento del conductor—. Si tiene información, podríamos recuperarla ahora.
— No —, interrumpí sin dudar—. Lo importante es saber que entregó esa información. Brandon y yo la diseñamos a manera de que ellos piensan que tienen ventaja sobre nosotros. Solo es cuestión de tiempo para que esa lista nos revele los nombres que necesitamos. Así que solo me interesa de que Renata haga la entrega. Vamos a ver con quién más está aliado mi papá.
Leo giró su rostro hacia mí con una sonris