BRANDON
Organizar la conferencia de prensa no fue tarea fácil. La lista de solicitudes de los medios era interminable, los rumores corrían como pólvora y todos querían una declaración, una frase, un titular jugoso. Pero Emilia no necesitaba titulares. Ella era el titular.
Esa noche, las cámaras estaban listas. El salón, decorado con sobriedad y clase, rebosaba de periodistas, empresarios, accionistas, críticos y curiosos. Nadie sabía exactamente qué iba a pasar, pero todos sabían que no era una noche cualquiera.
Sin embargo, me había prometido a velar por su bienestar. Me subí al estrado con un nudo en la garganta, con el corazón en calma pero el alma encendida. Respiré profundo. Y hablé.
— Buenas noches. Gracias a todos por estar aquí —. El murmullo de la sala se apagó. Todos me prestaron atención.
— He vivido engañado por mucho tiempo. Por personas que llamé familia, amigos, hermanos. Pero también he tenido la fortuna de encontrar el amor más puro, más real, y más valiente que podr